El piloto español sigue batiendo récords de precocidad y ve el mundial de MotoGP cada vez más cerca
20 ago 2013 . Actualizado a las 19:10 h.Hay quien lo llama ya el novato de oro; otros prefieren definirlo como «la máquina perfecta de Cervera». Sin embargo, lo más acertado que se ha dicho sobre él hasta el momento llega desde su entorno. «Tranquilidad y cabeza fría», es la frase más repetida una y otra vez en los oídos de Marc Márquez una vez que arrancó el Mundial de MotoGP en mitad del desierto de Catar.
Sus familiares, amigos y compañeros más próximos en los boxes no quieren que se despiste y pretenda llegar a los objetivos marcados antes con la imaginación que con la realidad. A los 20 años cualquier adolescente se mueve por impulsos. Eso hace humano hasta a los pilotos que compiten con máquinas más pesadas que sus menudos cuerpos.
En Indianápolis, capital del mundo del motor, el motociclismo y se podría decir que casi de todo espectáculo relacionado con la aerodinámica y ruedas, Márquez volvió a ganar con autoridad y maestría propia de quien vence por amor al arte y no por negocio o trabajo. Lo hizo sonriendo en cada curva, imitando el gesto pícaro de su idolatrado Valentino Rossi cuando adelantaba a unos y otros a pesar de una mala salida. Sin preocuparse por el qué pasará dentro de cuatro o cinco vueltas. Vive el momento, se dice así mismo en cada gran premio. Porque lo latino va en su sangre y es la máxima expresión de la alegría por vivir lo que corre dentro de sus venas: Carpe diem. Pero los pies hay que tenerlos en el suelo, no en las nubes, según dicta la experiencia de Emilio Alzamora, maestro, confidente, psicólogo, padrastro, amigo y lo que se tercie de su pupilo desde que lo apadrinara tras ver en un ilerdense con cara de soñador las cualidades de un campeón.
Pretende Alzamora alejarlo del mundanal ruido que atosiga al joven Marc cuando se le compara con los grandes del motociclismo, aunque en la realidad es imposible no hacer paralelismos. Sobre todo con uno en particular, Kenneth Leroy Roberts, el marciano King Kenny para los amigos, el reflejo que ve el de Cervera cada vez que se mira a un espejo tras lograr alguna marca de precocidad.
Estados Unidos, como su casa
En la nación del antiguo rey de las motos, Márquez se ha alzado como su digno sucesor. Primero lo hizo en Texas, donde se convirtió en el más joven ganador en la clase reina superando al estadounidense. Fue el primer paso hacia la eternidad que da la gloria. Después llegó el turno de Laguna Seca, con su espectacular sacacorchos. En ese lugar del circuito logró pasar a Il Dottore de la misma forma que lo hiciera el italiano a Casey Stoner en el pasado, convirtiéndose así en el nuevo ídolo de masas para el aficionado medio.
Ahora tocaba conquistar territorio de los indios. Batió con una pole explosiva el récord del circuito, ganó y ahora es el segundo debutante de la historia que alcanza las cuatro carreras ganadas tras, como no podía ser de otro modo, Roberts, en 1978.
El siguiente paso parece complicado, pero no imposible a tenor de lo vivido. Aspira a igualar al americano en la consecución del título mundial durante el año de su debut en la máxima categoría.