El tema de hoy se le debe a Mazinho. Este brasileño tiene dos hijos futbolistas. Uno, Rafinha, juega en el Celta. El otro, Thiago, pertenece al Barcelona que lo acaba de ceder a un equipo alemán. El caso es que en el intermedio del Celta-Espanyol (2-2) las cámaras de televisión se detuvieron ante el jefe de la dinastía futbolística, y tras una corta charla con periodistas catalanes, en la despedida, uno de ellos comentó: «Un hombre como Mazinho debería tener más hijos?»
Ayer recordé el comentario del colega y me vinieron al recuerdo sagas familiares que se hicieron populares en el fútbol español, empezando por los Gonzalvo, donde tres hermanos pertenecieron al Barcelona y dos de ellos fueron titulares en aquel inolvidable Inglaterra-España (0-1) del Mundial de Chile, en 1950. Vamos a recordar la alineación española: Ramallets; Alonso, Parra, Gonzalvo II; Gonzalvo III, Puchades; Basora, Igoa, Zarra, Panizo y Gainza.
En la Liga española no faltaron dinastías familiares muy famosas en el fútbol, tales como los hermanos Regueiro, en el Madrid, antes de la guerra. Después, los hermanos Alsúa, de Irún; los vallisoletanos Lesmes; los hermanos Areta, bilbaínos; además de un Gárate en el Athletic y otro en el Deportivo, donde también admiramos a los angoleños hermanos Mendoza. En el Racing ferrolano destacaron los dos hermanos Anca, de los que uno pasó a jugar en el equipo de Riazor.
La sensación de estas dinastías futbolísticas saltó en el Mundial de 1950, cuando los hermanos alemanes Fritz y Ottman Walter se encargaron de romper el pronóstico derrotando por 3-2 a Hungría, selección que contaba con todas las apuestas a su favor.