El serbio jugará su cuarta final consecutiva en Nueva York y se asegura cerrar el año como número uno
08 sep 2013 . Actualizado a las 01:40 h.Novak Djokovic ha derrotado al suizo Stanislas Wawrinka en una intensa batalla por 2-6, 7-6 (7-3), 3-6, 6-3 y 6-4 y avanzó a la final del Abierto de tenis de Estados Unidos, lo que le permitirá mantener el número uno del mundo. Djokovic, que jugará su cuarta final consecutiva en Nueva York, se medirá el lunes por el título al ganador del duelo entre Rafael Nadal y el francés Richard Gasquet.
Wawrinka llevó de nuevo al límite al serbio, todo un especialista en partidos largos, cambiantes, con breaks. Hoy lo volvió a demostrar. Después de un inicio en el que desplegó un tenis lejano al de un número uno, Djokovic fue el jugador con la mente más fuerte en los momentos críticos y apeó al suizo de su primera gran final.
«Jugar este tipo de partidos es para lo que trabajamos, para lo que luchamos. Quiero felicitar a mi rival por el partido que jugó», dijo Djokovic después de cuatro horas y nueve minutos de partido. El serbio jugará su tercera final de un Grand Slam esta temporada. Sólo faltó a la cita en Roland Garros. «Es obvio que Stan iba a jugar muy agresivo. Jugó mejor tenis en general. No fue un partido fácil para ninguno, tuve que correr mucho, no jugué al nivel que quise. Soy un afortunado por haber podido jugar mi mejor tenis cuando lo necesité», añadió el serbio, que se aseguró aparecer el lunes por nonagésima octava semana en lo más alto del ránking.
La batalla recordó inevitablemente a la que disputaron ambos tenistas en los octavos de final de Australia. Djokovic también se vio obligado a remontar en enero y se impuso por 12-10 en un quinto set inolvidable. Wawrinka, noveno favorito en el cuarto grande de la temporada, se quedó a un paso de nueva sorpresa sobre el cemento de Nueva York.
Después de batir en cuartos al campeón, el británico Andy Murray, el suizo demostró en las semifinales que está en el mejor momento de su carrera. Pero incluso con ello no le alcanzó para derrotar a Djokovic. Wawrinka, número diez del mundo, es un jugador que vivió a la sombra de Roger Federer toda su carrera. Pero se desquitó. Hoy era él el tenista suizo que dictaba el juego ante el número uno. Era él el centro de los focos, él y su revés a una mano, potente, plano y que por momentos desquició a Djokovic.
El suizo, inexperto en las semifinales de un grande, entró como si ya hubiera luchado varias veces por estar en una final en Nueva York. Era el dueño del partido. Djokovic estaba desdibujado. Wawrinka rompió en el tercer juego y se adelantó 2-1, ventaja que ampliaría a 4-1. Varios aviones dibujaban figuras de humo en el cielo sobre la Arthur Ashe. En la cancha, Wawrinka sometía a Djokovic con su enérgico tenis.
El número uno no estaba en la pista. Djokovic se movía nervioso y hablaba constantemente con sus entrenadores en el banquillo. El serbio, que sólo había ganado el nueve por ciento de los puntos con su segundo servicio hasta el 4-2 del segundo set, terminaba los intercambios destartalado por la pista, con las piernas abiertas al fondo de la cancha. El revés del helvético dictaba sentencia.
Wawrinka es un jugador renovado desde su derrota ante Djokovic en Australia. Es un tenista con más confianza y que cree en sí mismo. Sin embargo, para ganar al número uno del mundo en unas semifinales de un Grand Slam no se permiten despistes. Al suizo le pudo la presión cuando sacaba para 5-3 en el segundo parcial, que lo terminó perdiendo en el tie break.
Se repuso en el tercer set, dejando Djokovic al borde de la eliminación y acercando a Nadal al número uno. Y el serbio ganó el cuarto sin muchos alardes. Ambos parecían reservar fuerzas para el épico comienzo del quinto y definitivo parcial. Wawrinka sacaba para ponerse con 2-1, pero el juego se alarga hasta la eternidad. Son 12 deuce en los que pelean, con cinco pelotas de break y siete ventajas al saque. El público disfruta y se levanta de sus asientos. Wawrinka y Djokovic hacen aspavientos hacia las gradas, quieren más ánimos, pero también más tiempo para llenar aire sus pulmones, necesitados de oxígeno después de 21 minutos de juego con intercambios interminables bajo un calor sofocante.
El suizo se sentó arriba en el marcador, pero Djokovic es un jugador fiero en los quintos sets. Y después de tres horas y 47 minutos de partido, el serbio dependía de mantener su saque para alcanzar la final. No falló el número uno del mundo. Wawrinka abandonó el estadio entre tremendos aplausos del público, con la cara roja del sol y con las lágrimas al borde de asomar en sus mejillas.