El italiano es señalado por su planteamiento y el argentino por su cariz defensivo
27 oct 2013 . Actualizado a las 23:14 h.El clásico del Camp Nou dejó un vencedor, el Barcelona (2-1), algún triunfador como Neymar, Alexis o Illarramendi, pero en general muchas críticas. Y de ellas, la mayoría focalizadas en los entrenadores, incluso el del equipo que se impuso en el marcador. El Tata Martino y Carlo Ancelotti han leído, escuchado y visto críticas de todo tipo y pelaje después del Barça-Madrid del sábado. A nadie satisfizo el espectáculo futbolístico de dos equipos llamados a ganarlo todo.
Al Tata Martino no le tiembla el pulso. Es capaz de dejar a Messi en el banquillo y de intentar convencer a un barcelonismo enamorado del tiqui-taca de que la posesión no lo es todo. El argentino hace cambios defensivos cuando su equipo va ganando, algo impensable en el Barcelona de Guardiola y Tito Vilanova, cuando el equipo culé presumía de abrumar a sus rivales con posesiones infinitas y con muchos jugadores en campo contrario.
«A menos que quiera inventar que Song es un excelente número 10, ha sido un cambio defensivo», dijo Martino después del clásico. El Barça cada día se parece más a la idea futbolística del Tata Martino, que aterrizó en España durante la pretemporada en su proyecto más ambicioso. Dirigir al Barcelona es una tarea reservada a unos pocos, pero intentar cambiar un modelo que tantos triunfos dio al conjunto azulgrana parece de locos. Sin embargo, la impronta del entrenador argentino cada día es más palpable y Martino asegura que volvería a sacar a Song por Iniesta si así lo estima.
«Si yo lo veo como una manera de recuperar la mitad de la cancha y luego ganar el partido, que quede claro que lo volvería a hacer», advirtió el Tata Martino. El Barcelona ya no domina tanto los tiempos de los partidos, pero su rendimiento está fuera de toda duda: 11 victorias y dos empates en lo que va de temporada entre Liga y Champions. El 21 de septiembre, en un encuentro contra el Rayo Vallecano, el Barcelona perdió la posesión por primera vez en cinco años. Sin embargo, ganó 4-0. El Barcelona, asfixiado en un tramo de la segunda parte por el Real Madrid, demostró que también sabe jugar sin el balón atado al pie, que el balón largo desde la defensa es efectivo y que el contragolpe es un arma muy práctica.
Ancelotti, en situación de debilidad
Puede que el Real Madrid de Carlo Ancelotti intentara en el segundo tiempo ser más protagonista que el de ourinho, pero parte de la razón de que los blancos se marcharán con un 46 % de la posesión reside en el propio planteamiento del Barcelona, inimaginable con Guardiola. La figura de Martino se consolida al mismo ritmo que sus ideas calan en el juego blaugrana. Algo que no ha gustado a algunos barcelonistas.
Menos gustó entre la afición del Real Madrid la alineación de Carlo Ancelotti en el clásico. El italiano tenía un plan basado en la era Mourinho y decidió simular el papel de un central como medio centro, situando a Sergio Ramos en esa posición. El resultado no fue bueno. Ancelotti cambió de golpe su manual de meses en el Real Madrid. Ramos confesó que se enteró el viernes que jugaría de medio centro, demarcación en la que llevaba ocho años sin jugar.
Y lo hizo en el día más difícil, ante los centrocampistas del Barcelona que son seña de identidad de un estilo de juego. El experimento de Ancelotti salió mal. Ramos jugó condicionado por una amarilla que recibió por codazo a Neymar a los trece minutos y abandonó el terreno de juego a los 55. Antes, pudo haber sido expulsado. La entrada de Asier Illarramendi devolvió el sentido al juego del Real Madrid, que rozó el empate antes de que Alexis sentenciase con su golazo.
Tampoco le funcionó a Ancelotti su improvisado tridente ofensivo formado por Cristiano Ronaldo, Gareth Bale y Di María. Sobre todo en el caso del galés, cuya titularidad parecía forzada por su multimillonario fichaje y su intrascendencia hasta el momento. Ancelotti soltó a Bale en el ruedo más difícil y en una posición que no es la suya. La entrada de Benzema también mejoró al Madrid en el segundo tiempo, pero ni la actuación del árbitro oculta las malas decisiones del Ancelotti.