El tres veces máximo anotador de la ACB recibe el sábado un homenaje en Ferrol
13 nov 2013 . Actualizado a las 11:56 h.Vestía las ceñidas camisetas Adidas del OAR Ferrol y los ajustados pantalones ochenteros, pero jugaba un baloncesto del futuro. Capaz de elevarse como pocos en los primeros ochenta, Nate Davis (Columbia, Carolina del Sur, 1953) fue la primera gran estrella de A Malata sobre un cuerpo fibroso de solo 1,94 metros. Tres veces máximo anotador de la ACB, su trayectoria, que había tenido antes paradas en San Sebastián, Valladolid y Santiago, la cortó una fractura de clavícula en Santa Coloma, durante un partido contra el Licor 43. Al dejar la universidad, ejerció de ayudante del sheriff en su ciudad, y tras irse de España le estafaron y gastó el resto del dinero para averiguar la enfermedad de su mujer, que acabó falleciendo de sida. Su vida, apartada del básquet desde que dejó Ferrol, da para una película. Por eso Informe Robinson, de Canal +, lo lleva a Ferrol para evocar su brutal impacto en la ciudad, donde recibirá un homenaje el sábado.
Miguel Loureiro
«Me podía decir "me la tenéis que dar porque sé que la voy a meter"»
Miguel Loureiro representa al jugador de club de los años setenta y ochenta. No vistió más camiseta que la del OAR y explica la huella de Davis en Ferrol: «Caló mucho porque era un hombre bueno, con un gran corazón y un excelente compañero». Recuerda que, como buen anotador, Davis destrozaba las pizarras. «Cuando a veces no le llegaba la pelota, me podía decir ?me la tenéis que dar, porque sé que la voy a meter, no puedo estar tanto tiempo sin recibir?», recuerda el capitán. «Era capaz de coger el balón del suelo, de espaldas, y meter un mate en la cara de dos torres de 2,12 metros. Tenía unas cualidades físicas extraordinarias y una capacidad increíble para manejar su cuerpo en el aire para hacer mates, tapones, rectificados...», comenta el capitán de Canido.
Anicet Lavodrama
«Mi ídolo era Julius Erving, pero Nate estaba muy cerca de él en espectacularidad»
Davis ya era una estrella cuando Anicet Lavodrama, recién salido de la Universidad Baptista de Houston, cruzó las puertas de A Malata con 22 años. «Fue el compañero ideal para mí, un joven que llegaba a otro país, a mi primera liga profesional. Él había sabido adaptarse al entorno muy bien, y llevaba una vida tan discreta y familiar», explica el pívot centroafricano. «Nate era una persona muy religiosa, volcada en su mujer y sus dos hijos pequeños. Al mismo tiempo, necesitaba sentir el cariño de la gente en una España que había dejado atrás poco antes la Transición», razona Lavodrama. El alero del OAR llevó un sello diferente a la ACB, capaz de convertir en un mate el salto al rebote llegando desde la línea de lanzamiento de tiros libres. «Era sencillo en su vida y exuberante en la pista. Me impresionó. Mi ídolo en esa época era Julius Erving, el Dr. J, pero Nate estaba muy cerca de él en cuanto a espectacularidad. Davis tenía más movilidad plástica, una explosividad descomunal, y tiraba triples antes de que los hubiera en el baloncesto europeo», añade Lavodrama.
Miguel Piñeiro
«Jugaba como Jordan antes de que se conociese a Jordan»
Cuando Davis llegó a Ferrol, Miguel Piñeiro era juvenil. Fue antes fan que compañero. «Sus duelos con Essie Hollis eran espectaculares y se picaban ya en el calentamiento. Jugaba como Jordan antes de que se conociese a Jordan», explica. «Al terminar de entrenar no permitía que un juvenil cogiese solo el autobús de noche para volver a casa, sino que se ofrecía a llevarte para quedarse tranquilo de que no te pasaría nada», añade.