Una obra de ingeniería para enterrar al endiablado Jabulani

M. Álvarez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

El Brazuca ha arrancado elogios por parte de sus probadores

11 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Adiós al Jabulani, la pelota que Iker Casillas definió en Sudáfrica como «un balón de playa». Y hola al Brazuca. A diferencia de su predecesor, este último ha arrancado halagos desde su nacimiento. Con los colores de las pulseras de la suerte de Salvador de Bahía como decoración, será el juez que dictaminará la suerte deportiva en el campeonato.

El Mundial de Sudáfrica dejó una asignatura pendiente en cuanto al balón. El Jabulani fue criticado por su tendencia a realizar efectos fuera de lo común. Un estudio de la NASA lo describió como «impredecible» a velocidades superiores a los 72 kilómetros por hora. Para redimirse, tras más de dos años y medio a examen, nació el Brazuca.

Pesa 437 gramos -parecido al Jabulani-, pero ha reducido a cifras de récord el número de paneles de hélice que se utiliza en su confección: seis. La superficie no tiene costuras. Posee una circunferencia de 68,5 centímetros y su precio oficial es de 128 euros. Es resistente al agua y funciona de manera óptima a temperaturas que oscilen entre los -10 y los 35 grados centígrados.

Messi, Casillas, Dani Alves o Zidane figuran entre sus probadores. Algunos lo han descrito como rápido y ligero. Y también han elogiado la precisión que ofrece a la hora de realizar desplazamientos largos. Es el duodécimo balón que Adidas fabrica para un Campeonato del Mundo.