Javier Gómez Noya se proclama tetracampeón del mundo en Édmonton

Antón Bruquetas REDACCIÓN

DEPORTES

MIKE STURK

El ferrrolano acaba tercero en la gran final de las Series Mundiales, solo por detrás de Alistair Brownlee y Mario Mola

01 sep 2014 . Actualizado a las 02:43 h.

Javier Gómez Noya se ha proclamado esta noche campeón del mundo por cuarta ocasión en su deslumbrante carrera deportiva. En la gran final de Édmonton, a la que llegaba como líder de las Series Mundiales, solo necesitaba vigilar a sus principales rivales por el título, Jonathan Brownlee y Mario Mola. Alistair Brownlee se llevó el triunfo parcial, Mola fue segundo, pero con Gómez Noya pegado a su espalda y por delante de Jonathan. El ferrolano revalida el título que conquistó en Londres el año pasado y se convierte en el segundo triatleta en ser tetracampeón del mundo, después del británico Simon Lessing.

La carrera de Édmonton arrancó como todo el mundo esperaba, con el eslovaco Richard Varga, el gran especialista a nado, marcando el ritmo sobre la lámina de agua. Soldado a sus pies, Henri Schoeman, y cerca Alistair Brownlee. Sin embargo, desde las primeras brazadas, tanto Jonathan Brownlee como Gómez Noya se situaron lejos de los puestos de cabeza. De hecho, al término de los primeros 750 metros, los dos máximos favoritos a conseguir el trono Mundial transitaban alrededor del puesto 20. Mejoraron un poco en el segundo tramo de la natación, pero, de todos modos, continuaban más lejos de la primera plaza de lo que es habitual en dos de los triatletas más regulares del planeta. Cuando le tocó subirse a la bici, el ferrolano perdía 20 segundos con el líder, que seguía siendo Varga. Su rival por el título, solo tres menos.

Después de las primeras pedaladas se formó un pequeño grupo de escapados entre los que se encontraban Alistair, Varga, Fabian o Schoeman, pero pronto el de Jonathan y de Gómez Noya los acabó tragando. Por detrás, Mario Mola, que había salido del agua con 44 segundos de desventaja, se afanaba en tirar de otro grupo numeroso para reducir las diferencias, para volver a entrar en la pelea por la corona. La situación se fue estabilizando al término de la primera vuelta. La calma entre los elegidos duró poco. Justo hasta que Alistair encontró en el pronunciado repecho del circuito el sitio idóneo para lanzar un latigazo. Gómez Noya ni se inmutó. Solo le preocupaba una rueda, la de Jonathan. Sus intentos de agitar el pelotón cayeron en saco roto.

Con la neutralización de Alistair, el grupo de Mola y el portugués João Pereira, mucho más constante en su manera de avanzar, fue reduciendo el hueco con los primeros. A falta de 10 kilómetros, el reagrupamiento ya era una realidad. Un poco antes, Alistair Brownlee había lanzado un nuevo ataque y cogió unos metros en compañía del brasileño Colucci y el noruego Blummenfelt. En un abrir y cerrar de ojos, el trío transformó esos metros en más de un minuto. Ninguna amenaza para Javier Gómez Noya que estaba centrado en vigilar a su amenaza para el Mundial: Jonathan Brownlee.

Los de delante comenzaron a correr con más de un minuto y medio. Por detrás, desde las primeras zancadas, Gómez Noya, Jonathan Brownlee y Mario Mola pusieron otra marcha y pronto se escaparon a por el trío que se desgajó en pedazos cuando Alistair decidió salir a tope. En el último cinco mil, los favoritos a la general ya habían sobrepasado a Colucci y Blummenfelt. La normalidad regresaba al asfalto. Los cuatro mejores, en los cuatro primeros puestos. Y con las matemáticas del lado del ferrolano, que parecía competir con una calculadora en las piernas.

Pero Javier Gómez Noya no quería ganar el Mundial solo con los números, quería demostrar que ha sido el mejor desde la primera prueba en Auckland hasta la final en Édmonton. Por eso realizó un cambio de ritmo devastador al que solo Mola encontró respuesta. Con Jonathan desconectado, el ferrolano se dedicó a vigilar la espalda del mallorquín. Solo le quedaba celebrar que sigue escribiendo con mayúsculas páginas en la historia del deporte español.