Messi, desenfrenado

Xurxo Fernández Fernández
x. fernández A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

Messi salva con una vaselina la salida de Fabricio y anota el primero de sus tres tantos de ayer en Riazor.
Messi salva con una vaselina la salida de Fabricio y anota el primero de sus tres tantos de ayer en Riazor. paco rodríguez< / span>

El genial futbolista argentino confirma su gran momento y vuelve a castigar al Deportivo en Riazor

19 ene 2015 . Actualizado a las 15:21 h.

Empezó convirtiendo a Fabricio en Van der Sar y acabó reduciéndolo a la nada. El jugador más en forma del Deportivo se diluyó ante el fenomenal momento de un futbolista inigualable en cuanto se sacude su apatía. Esa flojera que desfiguró al 10 a lo largo del curso pasado y generó todo tipo de rumores durante el cambio de año. Messi ha vuelto a recurrir a la pelota como portavoz frente a las habladurías, logrando reflotar al Barça tras el naufragio de Anoeta. El argentino estuvo soberbio ante el Atlético y rozó la perfección en Riazor; territorio conquistado por la Pulga hace ya varias campañas.

Aquí le hizo seis a Aranzubía, repartidos en tres citas. La última también había acabado en hat trick. Entonces dejó sin premio los cuatro goles del Dépor; ayer no encontró tanta resistencia. Cató primero a Fabricio como desenlace a una jugada de laboratorio: aclarado en la frontal para un chut en solitario. Olida la sangre, no tuvo freno. A los diez minutos hizo flash back y llevó a su equipo a un 27 de mayo en Manchester. Cazó el centro medido de Rakitic como había echado el lazo a aquel de Xavi en el 2009 y abrió la cuenta culé de la jornada 19 del mismo modo en que en su día cerró una Champions. Nada pudo objetar el meta canario al cabezazo de Messi, que apenas daba comienzo a su espectáculo.

Muy participativo

Dobló la cuenta en el 33, pero antes exigió a Luisinho y se asoció con Iniesta. Agitó a su equipo y buscó el respaldo de sus compañeros en el tridente. Lo encontró en Neymar -más desequilibrante que efectivo de cara a puerta- y le faltó en Luis Suárez, que no consigue ligar dos encuentros de alto nivel. En Riazor estuvo tan voluntarioso como desacertado en todas las suertes.

Todo lo contrario que el 10. Si en el 0-1 aprovechó la falta de ayudas para colarse sin estorbo entre los centrales y rematar rompiendo el fuera de juego, en el 0-2 recogió una bola muerta, eludió a Sidnei y salvó la salida de Fabricio con una perfecta vaselina.

Antes del descanso, aún concibió una última diablura, con Rakitic otra vez como aliado. Pero el pase picado del centrocampista, devolviéndole la pared al argentino, murió en los pies de Suárez. El uruguayo estuvo demasiado espabilado, interceptó el envío y lo estrelló en el cuerpo del portero.

El estado de gracia de Messi halló una réplica inesperada en el croata fichado al Sevilla, que en nada se estaba pareciendo este curso al que tantas veces puso en pie al Pizjuán. Las continuas rotaciones de Luis Enrique no habían beneficiado la adaptación del nuevo, aclimatado de golpe el día en que el asturiano decidió repetir once (29 jornadas después).

La repentina sintonía propició también el tercero de su socio. Acudieron juntos a la esquina y sorprendieron inexplicablemente al rival en un córner sacado en corto, como otros muchos. De Messi para Rakitic y balón de vuelta. El 10 se abrió hueco con elegancia al borde del área grande y armó la zurda frente a Bergantiños. Testigo VIP el de la Sagrada del hermoso desenlace al cuarto paseo consecutivo de la Pulga por Riazor