Gómez Noya se corona a lo grande en Yokohama

Antón Bruquetas LA VOZ / REDACCIÓN

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Derrota a Alistair Brownlee en un esprint de infarto después de un diez mil final descomunal

17 may 2015 . Actualizado a las 00:31 h.

El gallego Javier Gómez Noya completó esta mañana en Yokohama una de las mejores carreras de su trayectoria deportiva. En un mano a mano descomunal con el triatleta más fulgurante del último lustro, el británico Alistair Brownlee, con quien mantiene la rivalidad más intensa de la historia de este deporte, venció en un esprint de película, casi tan espectacular como aquel que le valió para conquistar en las calles de Londres su tercer mundial en el 2013. Con este triunfo aumenta su ventaja en la general de las Series Mundiales y le deja margen para descansar en alguna de las pruebas que todavía restan en el calendario.

El ligero viento que soplaba en la bahía de la Yokohoma rizó la lámina de agua por donde el sudafricano Henri Schoeman se encargó de marcar el paso. A sus pies, como antiguos compañeros de entrenamientos que se conocen a la perfección, se soldó Gómez Noya. Un palmo más atrás, a la estela del ferrolano, Alistair Brownlee no perdía comba. Poco a poco, las brazadas de Schoeman fueron estirando el grupo hasta hacer un corte de unas ocho unidades. Royle, Tayama, Coninx, Maloy y Polyanskiy completaban los de cabeza. Al término de los primeros 750 metros la brecha era de diez segundos, que se quedó en 13 más al alcanzar la primera transición.

Iba a haber una lucha de poder a poder entre dos grupos. El primero con Gómez Noya y Alistair Brownlee y el segundo donde viajaba Mario Mola, Fernando Alarza y Vicente Hernández. Empezó la marcheta, pero el desafío apenas duró diez kilómetros. Los que el pelotón principal tardó en neutralizar a los fugados. A partir de ese momento, el tedio. Treinta kilómetros para guardar fuerzas, recuperar energías y visualizar la batalla final: el 10.000 a pie. Antes, un par de fogonazos de Alistair, de esos que tanto le gusta hacer para minar la resistencias psicológica de sus adversarios, este tipo de arrancada en donde les invita a no bajar la guardia, porque cualquier pedazo de asfalto puede cobijar una encerrona. Pero no fueron más que eso, ejercicios de pirotecnia.

Delly Carr | Efe

Después de la segunda transición, Gómez Noya salió a bloque. Zancada tras zancada fue cribando hasta que solo quedaban los favoritos. Primero le aguantaron, además de Alistair y Mario Mola, el suizo Riederer y Vicente Hernández. Un pequeño acelerón del británico, en uno de los escasos relevos que dio durante el recorrido, eliminó a los dos más débiles. Ya estaban los tres. Los mejores corredores -junto a Jonathan Brownlee- del planeta. Tras el arreón del actual campeón olímpico, el triatleta ferrolano recogió el testigo. Inició ese galope machacón y sostenido por encima del umbral del dolor que casi siempre funciona como selección natural. En esta ocasión iba a necesitar algo más. Refugiados a su espalda corrían dos atletas de vértigo, acostumbrados a derroches portentosos, a dinamitar con frecuencia la barrera de los 30 minutos en ese trecho decisivo.

A dos kilómetros para el final, esa distancia fetiche para el tetracampeón del mundo, Gómez Noya se lanzó a tumba abierta. Las piernas de Mario Mola comenzaron a agarrotarse, el mallorquín cedió unos centímetros que pronto se convirtieron en metros y casi sin darse cuenta en una decena de segundos. Eran Alistair y Javier, ese duelo eterno, pare luchar por el primer peldaño del podio. El guion, similar al de Ciudad del Cabo. ¿Cuándo llegaría el contraataque de Alistair? Solo quinientos metros más adelante. Rebasó a Gómez Noya y apretó los dientes a la salida de una curva. No quiso mirar atrás. Si todo iba para él como tenía que ir, en breve dejaría de escuchar pegada a su nuca la respiración del gallego. Pero no, el aliento de Javier no decayó, no se fue diluyendo en la lejanía. El británico quizás lo sentía más próximo que nunca.

Entraban en el último kilómetro. Gómez Noya lo volvió a intentar. Un nuevo cambio para reafirmarse, para decir que no solo seguía ahí, sino que tenía alguna carta bajo la manga. Alistair aguantó y los dos juntos enfilaron la larga línea de meta. El británico, como había hecho su hermano Jonathan en aquel final legendario del 2013 donde Javier abrochó su tercer mundial, fue el primero en esprintar, en soltarlo todo. Pero también como en Londres hace algo menos de dos años, encontró una réplica portentosa. El gallego lo rebasó por la derecha y cruzó la línea de meta con el dedo índice de su mano derecha en alto. Lo dice su dorsal, es el número uno.

«Ha sido una de las mejores carreras de mi vida»

Tras la carrera,Gómez Noya ha asegurado que ha sido «una de las mejores carreras» de su vida, y se ha mostrado «esperanzado» con la posibilidad de revalidar su título de campeón del mundo.

«Ha sido un final durísimo frente a Alistair y Mario. Mi táctica ha sido similar a Ciudad del Cabo, jugándomela en el kilómetro 8 y sufriendo el contrataque de Alistair. Pero hoy sí he podido aguantarle hasta la recta final y ahí lo he dado todo y ganado. Desde luego que ha sido una de las mejores carreras que he hecho en toda mi vida», declaró tras la prueba.

Además, los 800 puntos conseguidos incrementan su ventaja en la clasificación de las Series Mundiales, a falta de otras cinco pruebas. «Llevaba una buena temporada, con podio en 3 de las 4 anteriores, pero sin haber ganado. Por fin lo he logrado y eso me hace estar súper satisfecho, lo mismo que esperanzado par el resto de la temporada», indicó el gallego.