
La deportista ha decidido poner fin a una carrera repleta de éxitos
08 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.A Begoña Fernández (Vigo, 1980) su cuerpo y su cabeza le han dicho basta. La medallista olímpica ha decidido dejar el balonmano, que se lo ha dado todo y al que ha entregado todo, convencida de que en su vida hay otras cosas importantes que ahora pasarán a ser protagonistas. La decisión ha sido dura, pero sabe que también acertada.
-¿Cuándo decide dar el paso?
-Me lo había planteado el año pasado, pero el proyecto de mi equipo, el Vardar, era ambicioso y uno de mis objetivos era la Champions, así que renové. Luego llegó la lesión y pensé: «Bego, ha llegado tu momento». Más que nada por la cabeza, ya estaba saturada. Ha sido duro, pero también pensado y meditado. Creo que es lo correcto.
-¿Había temido el momento del adiós a lo largo de su carrera?
-Estás ahí y parece que no pasa el tiempo, pero según cumples años piensas más en ello. De todas formas, siempre he tenido presente que mi vida la forman más cosas y no me quiero tomar esto a la tremenda.
-¿Con qué se queda si echa la vista atrás?
-El balonmano me ha dado todo: amigos, cariño, títulos... Me ha enseñado a ganar, a perder y a levantarme. Me ha formado como persona, porque el deporte te da valores que no adquieres de otra manera. Me quedo con eso y con que he sido afortunada al ir logrando mis objetivos con esfuerzo. El palmarés es importante, pero más lo son las personas y los momentos.
-¿Cuál es el que más le ha marcado?
-Sería injusto quedarme con uno. La plata en el Europeo de Macedonia marcó un punto de inflexión. Peleamos mucho y nos plantamos ahí cuando nadie apostaba por nosotras. Ahí nació el espíritu de las Guerreras. Luego, la medalla olímpica fue cumplir un sueño y el momento del podio y el recibimiento en Peinador con mi gente son instantes que me emociona recordar. Estoy orgullosa de haber iniciado una generación que ha hecho algo importante.
-¿Le queda una espina clavada por retirarse tras una lesión?
-Me hubiera encantado hacerlo disputando la Final Four, pero si algo he aprendido es a relativizar. No voy quedarme con un mal sabor por eso.
-¿Qué es lo que más echará de menos?
-No tanto jugar como lo que conlleva: el día a día con la gente, los viajes... Pero sé que los amigos que he hecho, las personas, van a seguir ahí.
-Hablaba de otras metas, ¿por dónde pasa su futuro?
-Mis metas son simples, lo que la gente lleva haciendo toda la vida y para mí es nuevo: empezar a hacer entrevistas de trabajo, mandar currículos, estar en los cumples familiares, intentar ser mamá... Para mí esas pequeñas cosas son importantes, porque me he perdido muchas. Mi ilusión es empezar lo que para cualquiera es una vida normal.
-¿Habrá sitio para el balonmano en su nueva vida?
-Ahora mismo no me lo planteo, no me apetece. En el futuro, no cierro la puerta.