La normalidad presidió un derbi sin incidentes y que acabó con un Riazor desatado
22 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Era la noche del fútbol gallego con mayúsculas y no defraudó. Hubo espectáculo sobre el césped, agua cayendo del cielo y fiesta en las bancadas. Como mandan los cánones de la concordia. Esa que presidió el clásico autonómico de principio a fin.
Deportivo y Celta llegaron a Riazor prácticamente al mismo tiempo, entre fuertes medidas de seguridad y en presencia de centenares de aficionados que ya dejaron claro que sus gargantas jugaban con los locales. Entre los ánimos al Deportivo y algún que otro mal deseo para Iago Aspas del tipo «Aspas muérete», se cocinaron los prolegómenos del encuentro, en los que tan solo el lanzamiento de una triste y solitaria botella intentó -sin conseguirlo- manchar la fiesta del fútbol.
En los intramuros de Riazor, con el estadio lleno hasta la bandera y los 630 aficionados del Celta vistiendo de celeste su recuncho, se fueron quemando minutos y desgastando gargantas. El repertorio, como en cada derbi, tenía para los propios y los ajenos. Porque los locales se encargaron de arropar a los herculinos y de negar a Vigo, mientras que los visitantes, a golpe de bombo, intentaron levantar a su equipo y picar al rival.
En todo caso, fueron las áreas las que hicieron vibrar Riazor. Con cada llegada blanquiazul el estadio herculino latía a pleno rendimiento. Aunque fue con el gol de Lucas Pérez y con el penalti que Lux detuvo a Nolito cuando las bancadas amenazaron con venirse abajo.
A medida que el encuentro languideció, Riazor se fue arriba bufanda en mano. Botó para celebrar lo que apuntaba a victoria de su equipo y esperó, entre cánticos, ovaciones y silbidos el pitido final. Los 630 celestes, aun con el resultado en contra, no dejaron de animar a los suyos y reclamarles el fútbol de salón que se había quedado en Vigo.
Un palco repleto de autoridades
El derbi futbolístico reunió también en Riazor a los alcaldes de las dos ciudades. El coruñés Xulio Ferreiro, que según dijo hizo una excepción y acudió al palco en vez de a su butaca habitual, y el vigués Abel Caballero, se citaron en una tribuna de autoridades a la que acudió también el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo.