La recompensa del trabajo

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

24 abr 2024 . Actualizado a las 19:36 h.

El triunfo de Jéssica Bouzas ante Paula Badosa en Madrid es un caso claro de la preponderancia de la actitud frente a la aptitud. La jugadora catalana, nacida en Nueva York, ganó la prueba júnior de Roland Garros a los 17 años. Alta y agresiva, fue considerada una joya, y las expectativas apuntaban a la élite, escalón que logró a lo largo de su carrera; pero las lesiones y una trayectoria con altibajos, no solo tenísticos, sino de una vida difícil de compaginar con la exigencia que requiere el tenis, la han llevado a salir de las cien primeras del ránking y mostrar el estado de decepción que la acompaña ahora.

Por el contrario, tenemos a Bouzas, la jugadora de Vilagarcía que moldeó en sus inicios Dani Otero, y que aprovechó la oportunidad de entrenar en la Academia Tenis Ferrer durante varios años, en los que subió su nivel.

La pasada temporada decidió dar un paso adelante en sus aspiraciones, y aprovechó la oportunidad que le ofreció Javier Martí, precisamente el entrenador con el que Badosa había conseguido sus mejores resultados. Dentro de los cambios que tienen lugar en los grupos de entrenadores, se incorporó al equipo otro exjugador madrileño, Roberto Ortega, curiosamente pupilo, al igual que Martí, del gallego Óscar Burrieza. Martí abandonó el proyecto, y Ortega se convirtió en el entrenador de la jugadora arousana.

En estos seis meses con el madrileño, Jéssica ha seguido avanzando sin prisa, pero sin pausa. En vez de intentar jugar previas de torneos grandes, disputó torneos ITF de distintas dotaciones, en los que fue cogiendo experiencia y confianza al comprobar que su esfuerzo tenía el premio de mejorar sus resultados. El objetivo era ir ascendiendo, sin que el ránking fuese una obsesión que generase tensión, y la realidad es que el guion se cumplió a la perfección.

El reciente triunfo en Antalya en un WTA 125, el primero de su carrera, y su clasificación entre las cien primeras del ránking confirman los pronósticos de todos los técnicos que la conocen: «Es una jugadora con un gran potencial y que se entrega al 100 % tanto en los entrenamientos como en los partidos».

La victoria ante Badosa, al margen de las lesiones de Paula, premia el esfuerzo constante durante años de Jéssica, que en una edad ideal (21 años) comienza a vislumbrar más cerca sus objetivos, a la vez que supone una nueva decepción de la gerundense, consecuencia de unos altibajos incompatibles con esta profesión.

En la trayectoria vital de ambas, el equilibrio y la actitud superaron al desorden. Para Jéssica, este triunfo supone otro importante paso hacia sus sueños; para Badosa, una decepción que la hará reflexionar, y, para los aficionados gallegos, un referente a seguir.