El Deportivo se lleva un derbi marcado por la expulsión de Iago Aspas

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

Riki adelantó a los herculinos con una gran maniobra y Silvio puso tierra de por medio con un gol de bandera

16 mar 2013 . Actualizado a las 15:26 h.

El Deportivo de la Coruña se impuso con contundencia (3-1) al Celta de Vigo en el derbi gallego disputado esta noche en Riazor. El resultado estuvo condicionado por una chiquillada de Iago Aspas, que dejó a su equipo en inferioridad numérica con todo el partido por delante y con el marcador en contra.

El derbi contó con tres protagonistas indiscutibles. A dos de ellos se les esperaba. En la previa, exjugadores de los dos equipos señalaban a Riki y a Iago Aspas como los nombres a seguir durante el espectáculo. El primero en aparecer fue el delantero madrileño. Controló con el muslo y, sin dejarla caer, remató a la media vuelta al fondo de la red para clavar el 1-0.

Iago Aspas fue el siguiente en entrar en escena. El genial futbolista de Moaña había conocido a su pareja de baile en el partido de la primera vuelta de Balaídos. Carlos Marchena le buscó las cosquillas pronto. Y las encontró enseguida. Iago Aspas, el jugador con más proyección del derbi, vendió a sus compañeros a la media hora de juego al propinarle un cabezazo a Carlos Marchena. El árbitro lo envió al vestuario y el Celta se quedó con diez jugadores en uno de los partidos más trascendentales de toda la temporada. Porque los derbis son más que tres puntos. «Se juegan con mente fría y corazón caliente», advertía su compañero Augusto Fernández. No le hizo mucho caso. Restaba una hora de partido y el Dépor, sin hacer nada de otro mundo (salvo la maravilla de Riki), cabalgaba sobre un guion de ensueño: Por delante en el marcador, con superioridad numérica y con Riazor volcado.

En la otra trinchera el Celta marchaba a remolque, sin su mejor jugador y con la moral de la tropa bajo mínimos. Además, los dos centrales jugaron amonestados desde el minuto doce.

Sin embargo, cuado uno mira desde tan abajo y tiene que remontarse tanto en el tiempo para rescatar la última victoria (ante el Málaga, debut de Paciência), cuesta un mundo cerrar los partidos. Y el Dépor no logró hacerse con el control del juego. Pero el Celta apenas llevó peligro a la portería de Aranzubia, que ya no recordaba un día tan plácido. Porque Aspas, además de dejar a su equipo en inferioridad numérica, con Krohn-Dehli y Orellana en el banco y Álex López lesionado, dejó al Celta huérfano de fútbol. Y aunque el equipo de Abel llegó a plantarse en tres cuartos con la pelota controlada, nunca supo lo que hacer con ella.

El tercer protagonista fue el que nadie esperaba. Ya lo había intentado sin mucho éxito en la primera parte con el balón en el suelo. Silvio, cuestionadísimo refuerzo de invierno, enganchó una preciosa volea desde 35 metros que se coló por la escuadra de Javi Varas. El portugués, que actuó en el lateral izquierdo, hizo añicos lo que restaba de derbi con un golazo de bandera.

Con el partido decidido el profesor Vázquez dio entrada a Salomao para reservar la delicada musculatura de Riki. Y el joven portugués aprovechó un magistral pase de Valerón para redondear un marcador. Park, ya en el tramo final, y con el Celta roto, hizo el de la honra.