Apenas una veintena de personas asistieron a un pregón incendiario que hizo abandonar la plaza a las autoridades
18 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Dos menos cuarto de la tarde. Calor infernal en Forcarei. La Praza do Concello está vacía. Apenas una veintena de personas buscan refugio a la sombra en las terrazas de los bares mientras esperan a que dé comienzo el pregón de la Festa do Orgullo no rural. No hay matices posibles. La convocatoria ha resultado un fracaso. Hasta los organizadores lo reconocen, aunque no son capaces de encajarlo.
«Na Festa dos Dolores isto énchese», arranca Gustavo Méndez Rozados. Él y su pareja, Víctor Núñez Cespón, han dedicado muchas horas en las últimas semanas a la organización del Orgullo rural. Sin embargo, la respuesta -al menos al inicio del día- ha sido floja. «Aquí estase vendo a homofobia que está habendo no rural», asegura Gustavo Méndez, quejándose de la escasa concurrencia a la fiesta pese a ser un evento organizado por dos vecinos del municipio.
El organizador critica el trato recibido en algunos establecimientos de Forcarei y A Estrada a la hora de acudir a buscar apoyos para la cita. Asegura que en un restaurante local en el que preveían contratar un almuerzo para 500 personas «botáronnos fóra e tiráronnos 20 euros nos fociños» y en un comercio de A Estrada «botáronnos fora porque tiñan medo a que lle contaxiaramos a homosexualidade».
Si el calor era infernal, el pregón fue incendiario en todos los sentidos. No dejó títere con cabeza. Más que un pregón, fue un ejercicio de canalización de la frustración. En público y sin eufemismos. Hasta con nombres de los aludidos y tórridos episodios de besos por apuestas incluidos.
Reparto de estopa
En el reparto de estopa no se libraron ni los políticos ni los propios vecinos, a los que la pareja de pregoneros acusó de despreciar el programa del evento e interesarse solo por la actuación de As Supremas de Lugo. «Ó mellor son mellores ca nós», se quejó Gustavo Méndez. Entre los políticos -para los que el pregón recomendó «moito lume»- la que peor parada salió fue la alcaldesa popular, Belén Cachafeiro. Los organizadores la acusaron de no haber apoyado lo suficiente la fiesta, de haber tardado en darles audiencia y de no aportar fondos para la bandera LGTBI que ondea en el consistorio -que les cedió el Concello de Lalín- ni para la cartelería de la fiesta, mientras que sí lo hizo -aseguran- para la de la Semana da Croca organizada por tres restaurantes locales.
Para la alcaldesa -que junto a otros miembros del gobierno y la oposición estaba en la plaza apoyando el evento- hubo petición de dimisión y graves descalificaciones, lo que acabó provocando el abandono solidario de la plaza por parte de todos los políticos.
Al final, los organizadores pidieron disculpas. «Perdonade polas palabras que tiven antes, pero vinme obrigado. Son moitos días traballando para isto», confesó frustrado. Después, con calor y sin apenas público, el programa arrancó con el humor de A Rianxeira, que tampoco fue políticamente correcto.