El creador que se atreve con clásicos universales

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

LALÍN

miguel souto

Paío exhibe en Lalín una reinterpretación de pinturas emblemáticas con rostros de personas de la zona

08 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Su coche verde fosforito aparcado en la calle Principal de Lalín nos advierte a diario. Damián Salvador Payo Cangado, Paío (Lalín, 1957) ama el color. Para quienes no conocen a este retranqueiro artista, no sale de casa sin su boina rojo chillón y un chaleco. Amarrado a su bastón está desatado tras su jubilación a principios de octubre, después de 34 años de trabajo para el Concello. Quiso festejarlo con el reparto de estampitas, que incluso requirieron más de una edición dado el interés que despertaron, donde ruega una plegaria diaria por el «nuevo» San Paío de Payo. Decidió subirse a sí mismo a los altares. De fondo, su retrato sentado con alas y corona, junto al «primo listo da familia», un simpático alter ego que pasea alrededor.

Desde hace ocho años solo había participado con alguna obra en muestras colectivas. Su última individual, de pequeño formato, que bautizó Antiguallas de Paío, pudo verse en el desaparecido Gastrobar Maruja Gutiérrez de Lalín en el 2016. Y tenemos que remontarnos una década atrás para recordar su exitosa exposición de fotografías, Lalín con narices, donde retrató a vecinos y visitantes, más o menos conocidos, sobre un fondo negro y posando con una nariz de payaso. Una compilación que había arrancado en 1999 y de la que mostró 260 instantáneas, con la que buscaba igualar de narices a la sociedad más cercana.

Sus achaques de salud, la catarsis de este hombre socarrón y agitador cultural en Deza que supuso asumir meses de descanso para recuperarse de sus heridas, se convirtieron en el germen de la exposición que abría sus puertas la pasada semana en el Círculo de Recreo de Lalín. De tal Payo tal astilla bautizó esta ecléctica muestra, la frase que su padre, Vidal Payo, dedicaba a quienes acudían a su taller de cantería donde Paío se forzó como artista en la vertiente de modelado, tras un año de formación previa en Madrid, en la escuela Artium de la Plaza Mayor. Si hablamos de pintura, reconoce en otro lalinense, el universal Laxeiro, a su maestro.

 

Su particular pinacoteca

¿Qué podemos ver en las paredes del Casino? Encontramos dos retratos cargados de nostalgia y cariño: uno de su padre y otro de quien fuera su gran amigo, el también artista Antonio Taboada Ferradás Wily. Un lienzo que trazó a grandes pinceladas, de tamaño natural y eso que el modelo medía lo suyo, mientras este esculpía su primera pieza delante de su casa para participar en la bienal Araguaney de Santiago. Hay que remontarse tres décadas para aquellos tiempos.

Pero el principal protagonismo lo copa una serie de obras donde Paío reinterpreta clásicos universales con un toque local en los rostros. Personas más o menos conocidas, principalmente de Lalín o vinculados con las tierras dezanas, transmutan en los protagonistas de lienzos de El Greco, Velázquez, Goya, Picasso, Sorolla o Degás, por poner solo algunos ejemplos. Una personalísima pinacoteca tras bucear en la convalecencia, una vez operado de cadera en abril del 2021, a través de internet por museos y galerías de arte de todo el mundo para escoger obras. Su primera reinterpretación le permitió convertir a su propia sobrina Alba en

La joven de la perla

de Johannes Vemmer. El resultado le satisfizo a ambos y durante meses continuaron esas particulares creaciones del artista lalinense.

Autorretrato con sorna

Algún autorretrato repleto de sorna, junto a otros de artistas reconocidos y reconocibles del panorama gallego, forman parte de la exposición. Y se suma otra serie gestada hace unos cinco meses con el color como definidor en obras digitales pero nacidas «por intelixencia natural», como comenta risueño este santo sin festivo en el calendario. Pero todo se andará. Mientras, lo de andar a él le cuesta, pendiente de pasar de nuevo por el quirófano. Como reconoce, estar tiempo de pie delante de un lienzo está casi descartado por sus dolencias.

La exposición en el Círculo de Recreo de Lalín cautivó ya gran interés en el día de su inauguración, con la sala abarrotada de amigos, familiares y vecinos dispuestos a encontrarse reflejado en un clásico universal del arte. Casi cabría decir que si no sales en uno de esos cuadros de Paío no eres nadie en Lalín. Eso sí, la serie no está cerrada y ya amenaza en convertir en clásicos de la pintura más rostros de su entorno inmediato.

Ahora que puede dedicarse 24 horas al arte su espíritu inquieto seguro que pergeña nuevas piezas. Ya prepara exposición para la Algarabía a finales de agosto.

Adalid de entidades para velar por el arte en Deza

En Paío —nombre artístico que escogió para diferenciarse de su padre, que firmaba Payo sus esculturas— hay muchos Paíos juntos. Toda una vida desde los dibujos de niño a las clases en Madrid, las lecciones en directo en el taller, que aún recuerda mostrando un dedo deformado por un corte al serrar piedra,... pero además se licenció en Magisterio, aunque no llegó a ejercer más allá de las prácticas en el colegio de Vila de Cruces, donde llegó a dar una clase a quien hoy ostenta la cartera de Educación en la Xunta, Román Rodríguez. Y debemos sumar sus años de titiritero con la compañía Viravolta o de maestro cantero en la escuela de oficios de la Semana Verde de Galicia. Después llegaría el ingreso en el Concello de Lalín como animador sociocultural, encargándose por ejemplo de la programación de exposiciones o de la Bienal Pintor Laxeiro.

El artista de A Romea fue quien le compró su primera obra a Paío, en una exposición en la desaparecida cafetería Capri. Autodidacta pero con formación por contagio, podríamos decir, atesora una relevante labor como dinamizador de la cultura. Desde hace años figura como patrono de la Fundación Paco Lareo A Solaina de Piloño, en cuyo seno está estos días inmerso en los preparativos de la Xuntanza Internacional de julio, en la que buscan acercarse este año a jóvenes valores del arte gallego. En la Asociación de Amigos de Wily también aporta su granito de arena para preservar el legado de su amigo y compañero de fatigas, un escultor a la altura de los grandes pese a ser aún muy desconocido.