Angela Merkel ignora el mensaje de Mariano Rajoy
28 jun 2012 . Actualizado a las 21:38 h.¿Unión bancaria, eurobonos, austeridad con crecimiento o pacto por el empleo? La Unión Europea no acierta a encontrar la fórmula que garantice de manera rápida la estabilidad del euro y al mismo tiempo preserve la herencia de casi seis décadas de construcción política comunitaria.
El Consejo Europeo de Bruselas que se prolonga hasta este viernes intentará buscar una salida a la crisis económica y de modelo que sufre la Europa unida. El riesgo es que la cita en la capital belga, ante la cual se han generado excesivas expectativas, acabe el viernes por la noche en intercambio de ideas y proyectos, pero sin concreción sobre el papel y todavía peor, sin decisiones vinculantes.
En un ambiente cargado de pesimismo, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, aportó más tensión en torno a la situación financiera del país, cuyo sector bancario tendrá que ser rescatado por la Unión Europea. «Tenemos que gastar con mesura y con moderación porque, si no, no vamos a poder financiarnos y en estos momentos el precio del crédito a España es evidentemente muy caro y yo creo que la Unión Europea y la Unión Económica y Monetaria tienen que ser consciente de que esto es así y de que alguna decisión habrá que adoptar», comentó.
Pero tanto el mensaje de Rajoy como el del primer ministro italiano, Mario Monti, parecían esta tarde haber caído en el vacío ante la canciller alemana, Angela Merkel, quien no dio muestras de querer mover ficha para ayudar a Madrid y Roma a reducir sus elevados costes de financiación en los mercados.
La propia Merkel ya adelantó su «no» al documento diseñado por Juncker, el presidente del Consejo de la UE, Herman Van Rompuy, el de la Comisión, José Manuel Durao Barroso y el del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. El texto propone una unión bancaria y presupuestaria y a largo plazo también una política de deudas comunes, algo saludado también por Italia.
Europa de dos velocidades
Aunque la palabra crisis no sea ajena al diccionario de la Unión Europea desde su fundación, a finales de los 50, esta vez las turbulencias en la eurozona que comenzaron en 2010 desde el epicentro heleno, amenazan con fracturar Europa en dos mitades, con una cesura entre el norte más próspero, de ámbito germánico, y el sur, en estos momentos bajo presión de los mercados.
Lo que ex presidentes de la Comisión Europea como el galo Jacques Delors, uno de los padres de la unión monetaria, se temían hace ya décadas, la creación de una Europa de múltiples velocidades con alumnos aventajados y otros rezagados, podría hacerse realidad si la UE no aplica un tratamiento de urgencia. Alemania, en la vanguardia del tren, es un ejemplo de asistencia con contrapartidas. El ejemplo más claro se centra en la petición de Rajoy para que el rescate de la banca española se realice directamente a las entidades sin pasar por el Estado. La canciller germana, Angela Merkel, insiste en que debe existir condicionalidad sobre el Estado.
Mientras tanto, consciente de que la nave europea tiene en la península ibérica uno de sus mayores talones de Aquiles, el presidente de Francia, François Hollande, abogó por «decisiones muy rápidas» para sacar de la crisis a países como España e Italia. El gran reto es potenciar el crecimiento, y no solo la austeridad a ultranza que hasta hace poco preconizaba Berlín, además de crear políticas de empleo y dar los primeros pasos de cara a una unión bancaria, fiscal y política.
En la noche de hoy se aprobará un Pacto de Crecimiento, pero sin dinero nuevo. Los cerca de 130.000 millones con los cuales estará dotado salen de otras partidas de gasto. Así, 55.000 millones provienen de reprogramar fondos estructurales de los presupestos europeos para la próxima década y 60.000 millones saldrán del Banco Europeo de Inversiones (BEI), los 18.000 restantes provendrán de deuda emitida por los socios.
Una de las palabras que más se escucharán en las reuniones será «soberanía». Si el bloque desea concretar medidas para salir del atolladero, necesitará -según los expertos- dar pasos hacia una verdadera unión económica y fiscal, y ello supone trasvasar a Bruselas más competencias en la materia para crear una verdadera Unión Económica y Monetaria.