Seis meses de decir una cosa y ocurrir la contraria

césar calvar MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

En medio año, Rajoy ha tomado medidas que dijo que no aplicaría

02 jul 2012 . Actualizado a las 11:51 h.

En medio año, Rajoy ha tomado medidas que dijo que no aplicaría y ha querido disfrazar de triunfos sonoros fracasos, como el rescate a la banca. Concurrió a las elecciones con la promesa de no elevar impuestos, recortar servicios esenciales o abaratar el despido. Y ha subido el IRPF, sociedades, impuestos especiales, IBI, y la del IVA es inminente. La reforma laboral y los recortes en sanidad y educación han sido un golpe para quienes creyeron su oferta de sacar al país de la crisis solo con políticas de gasto eficientes.

A tres días de ganar los comicios, Rajoy dijo: «En principio, no voy a tocar ningún impuesto si gano las elecciones, salvo los impuestos a emprendedores, que esos hay que bajarlos porque la gran prioridad nacional es la creación de empleo». Pero tras el triunfo se impuso la cruda realidad. El déficit del 2011 se disparó al 8,9 % del PIB, frente al 6 % pactado con Bruselas y quedó claro que habría que aplicar tijeretazos.

La excusa del legado socialista

El Gobierno se escudó en el legado socialista para justificar el ajuste de 15.000 millones aprobado en su primer Consejo de Ministros, que incluyó recortes de gasto, subidas de IRPF e IBI y la congelación del sueldo de los funcionarios. Febrero traería su reforma laboral «agresiva», según De Guindos, contestada con una huelga general.

Pero la verdadera confusión comenzó con el baile del déficit, debate en el que llegaron a filtrar resultados dispares incluso ministros ajenos al equipo económico. La cifra final, del 8,9 %, obligaba a un brutal ajuste de 44.000 millones para reconducir los números rojos al 4,4 %. Tras dos meses insistiendo en lo contrario, Rajoy renegó de esa meta y en marzo dijo al Consejo Europeo que elevaba al 5,8 % el nuevo objetivo. Fue una decisión «soberana» de España (dijo Rajoy) que enfadó a Alemania y Francia. Empezó un tira y afloja con el Eurogrupo, que impuso una meta del 5,3%. También dañó la credibilidad de España la decisión de retrasar la presentación de los Presupuestos para no desvelar el duro ajuste que venía antes de las elecciones en Andalucía. Estos trajeron nuevas sorpresas: una amnistía fiscal y la subida del impuesto de sociedades. Cuando el país aún no había digerido el ajuste de 27.300 millones incluido en las cuentas, en abril el Gobierno anunció otro recorte adicional de 10.000 millones en sanidad y educación. En seis meses los españoles se han acostumbrado a que el Gobierno diga una cosa y ocurra la contraria. Como que se niegue un rescate que se consuma al día siguiente.