Los partidarios del ajuste más duro se imponen en Moncloa

Gonzalo Bareño Canosa
gonzalo bareño MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

La constatación de que todas las barreras de contención se van derribando una a una sin frenar en lo más mínimo el acoso de los mercados ha empezado a generar tensión

08 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Nada de lo que se ha probado hasta ahora funciona. Y, por tanto, todo es posible a partir de este momento. Si el modelo Rajoy de mantener la calma, poner cara de póker y medir los tiempos por duras que fueran las circunstancias se había impuesto en los primeros seis meses de Gobierno, la constatación de que todas las barreras de contención se van derribando una a una sin frenar en lo más mínimo el acoso de los mercados ha empezado a generar tensión.

El primer golpe llegó al comprobar que ni siquiera la petición de rescate a la banca española, que se había tratado de evitar por todos los medios, era capaz de bajar la prima de riesgo y el bono a diez años. Pero el mazazo definitivo se produce cuando a pesar del acuerdo en el Consejo Europeo de Bruselas, presentado como un triunfo de Rajoy, ambas variables se han vuelto a situar en niveles de rescate para España.

Ese dato ha hecho saltar todas las alarmas y acelerar todos los calendarios. Rajoy tenía previsto un mes de julio intenso, pero con unos tiempos tasados. El anuncio del segundo tijeretazo se iba a producir a finales de mes, después de que el presidente rentabilizara el 11 de julio en el Congreso el supuesto éxito en la cumbre de Bruselas y con España entera a punto de iniciar sus vacaciones. Pero Rajoy ha terminado cediendo ante quienes le advertían de que debía actuar cuanto antes porque cada día sin anunciar los recortes tiene un coste para el país.

Presión de Bruselas y de Monti

Hasta ahora, en el Gobierno han pugnado dos frentes. Uno de corte ultraliberal encabezado por el ministro de Economía, Luis de Guindos, junto al que se sitúan el titular de Industria, José Manuel Soria y el de Educación, José Ignacio Wert, partidarios de aplicar ya las medidas más drásticas como el despido de trabajadores públicos, recorte del subsidio de paro, congelación de pensiones o subida del IVA. Y otro, encabezado por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, más preocupado por el coste político de esas medidas en el electorado del PP, partidario de apurar el recorte en todas las partidas presupuestarias y adelgazar al máximo la Administración antes de aplicar reformas irreversibles que toquen el bolsillo del ciudadano.

La presión de los mercados pidiendo sangre y la constatación de que Bruselas no moverá ficha en favor de España hasta que Rajoy no presente un plan de ajuste duro, no solo para el 2012, sino también para el 2013 y 2014, han inclinado la balanza en favor de De Guindos. Rajoy se ha visto obligado a adelantar en el Congreso el 11 de julio, un día después de la reunión del Ecofin en Bruselas, el contenido del nuevo tijeretazo que supondrá la versión más dura de todas las previstas, como última baza para tratar de alejar el fantasma del rescate de España.

La otra clave que ha obligado a Rajoy a cambiar de planes ha sido que el italiano Monti le ha vuelto a ganar por la mano adelantándose a anunciar un recorte muy severo que implica el despido del 10 % de los funcionarios, la eliminación de 60 provincias y de 18.000 camas de hospital y un recorte de 26.000 millones de euros en tres años. Si se tiene en cuenta que la prima de riesgo italiana está 93 puntos por debajo de la española, no es muy difícil suponer que el ajuste que los mercados le van a exigir a España, y el que con toda probabilidad anunciará el presidente el miércoles, será aún mayor que ese.

Y es muy posible que Rajoy, al contrario de lo que ha hecho Monti, se vea obligado también a subir el IVA. Significativamente, ayer elevó el tono exigiendo a la Unión Europea que cumpla los acuerdos de la cumbre. Pero también, por primera vez, hablaba ya de «recortes» y no solo de «ajustes».