El Gobierno se queda completamente solo en el Congreso en la aprobación de los recortes
20 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.En la más absoluta soledad. Así que quedó ayer el Gobierno para convalidar el decreto que recoge las medidas de recorte para atajar el déficit público y ahorrar 65.000 millones en dos años. Solo el PP, con 180 votos, permitió al Ejecutivo salvar el trámite en el Parlamento, ya que el resto de los grupos -en conjunto 131 votos- se opusieron. Incluso UPN, que tradicionalmente, al igual que CiU, respaldaba al Gobierno, optó por abstenerse, mientras que los grupos minoritarios de la izquierda abandonaron el hemiciclo porque no querían ser «cómplices».
La tensión se disparó a lo largo de una sesión en la que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, desplegó los argumentos ya conocidos para defender el mayor hachazo de la democracia al Estado de bienestar, recibiendo críticas durísimas, a excepción de su partido.
La «penuria financiera del Estado» es lo que ha «obligado» al Ejecutivo -que actúa «por necesidad» y empujado por Bruselas- a sacar el machete. «Hay que renunciar a lo que no es financiable, a lo que no es posible», arrancó el ministro en su defensa de los «ajustes», abriendo la puerta a nuevos recortes.
Lo que no se puede pagar, fuera
Insistió en que había que explicar «con claridad, sin subterfugios» a los ciudadanos que « lo que no se puede pagar es sencillamente ineludible quitarlo», e hizo una cerrada defensa de los recortes que se aplicarán a los empleados públicos. Montoro advirtió que la función pública «no es un seguro de vida laboral», rechazó de plano que «por trabajar más tiempo el servicio público se deteriore» e insistió en que no se estaba rebajando el sueldo a los funcionarios.
En una nueva pirueta dialéctica y rizando el rizo de los eufemismos, el ministro dijo que lo que había era «un retraimiento de la paga de diciembre», que irá a partir del 2015 al fondo de pensiones, si las «necesidades presupuestarias» lo permiten. «Por tanto, que no se confunda a nadie con este lenguaje que tanto gusta a algunos de que realmente lo que hay es una minoración en su retribución, señorías. No la hay. No la hay», insistió.
Tales afirmaciones provocaron un rifirrafe con la portavoz de UPyD, Rosa Díez, que acusó a Montoro de considerar «unos vagos» a los funcionarios, apreciación sobre las palabras del ministro en la que coincidió también el portavoz de Izquierda Plural, Joan Coscubiela. Montoro le exigió a Díez que retirara el adjetivo que no había salido de su boca, aunque sin éxito. La vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, advirtió que se revisaría lo dicho por Rosa Díez y reprochó a Coscubiela que acusara al Gobierno de «actuar con chulería con los débiles y con cobardía con los poderosos», alegando que «no son expresiones propias para esta Cámara». En la memoria de todos estaba aún el «que se jodan» que Andrea Fabra espetó una semana antes.
Rubalcaba contraataca
«Como los malos toreros, el señor Rajoy ha gritado: ¡Dejadme solo! Y solo se ha quedado», resumió en su intervención el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, asegurando que las medidas del Gobierno suponen que «Rajoy se enmienda a Rajoy, a la totalidad», certificando la «derogación» de un Presupuesto que no tiene ni un mes de vida. Calificó de «injustos, dañinos e inaceptables» unos recortes que agravarán la recesión y el paro (el próximo año se destruirán 600.000 empleo, calculó) y que culminan «seis meses de errores» del Gobierno, que «pagan España y los españoles».