El Gobierno tendrá que pedir la intervención del fondo de rescate si quiere que el BCE compre bonos españoles. La falta de acción hunde la Bolsa y dispara la prima de riesgo a niveles inasumibles
03 ago 2012 . Actualizado a las 10:33 h.El jueves de la semana pasada, Draghi tiró la piedra. Prometió que haría todo lo necesario para salvar el euro. Y ayer escondió la mano. Dejó la pelota en el tejado de los Gobiernos (léase el español, y en menor medida, el italiano). Si quieren que el fondo de rescate y el BCE les saquen las castañas del fuego comprando sus bonos, tendrán que llamar a la puerta solicitando socorro. Eso y, claro está, estampar su firma en otro de esos memorandos de entendimiento que tantos sacrificios acarrean a la ciudadanía. Resumiendo: otro rescate encubierto, más agujeros en el cinturón o, como poco, pisar el acelerador de los ajustes que ya están sobre el tapete.
No se anduvo Draghi con rodeos durante su comparecencia. Sin duda, la de mayor suspense desde que se sentó en el sillón de la presidencia en noviembre del año pasado. Son los Ejecutivos de los países con problemas los que «deben acudir al fondo de rescate», dijo el italiano. «El BCE no está para sustituir a los Gobiernos», zanjó. Para, a renglón seguido, afirmar que «ni un país ha pedido todavía» que el mecanismo de socorro europeo haga uso de sus nuevas competencias y adquiera bonos de los Estados que están con el agua al cuello. «Aunque nosotros estemos listos para actuar, no habría base para hacerlo», insistió.
Y eso que al hombre que lleva las riendas del BCE, los niveles en los que se mueven las primas de riesgo de algunos de los socios del euro, le parecen «inaceptables»; y la situación en los mercados, «insostenible».
En definitiva, que está preparado para actuar (en román paladino: comprar deuda), pero que no lo hará hasta que alguien pida ayuda. La tranquilidad tiene su precio.
Recoger o no el guante
Habrá que ver ahora si Rajoy recoge el guante que le ha arrojado la autoridad monetaria, empeñado como parece el presidente en evitar el estigma que supondría para el país llamar otra vez a la puerta de sus socios para pedir ayuda. Al fin y a la postre, el rescate de la banca no tuvo el efecto balsámico que se esperaba sobre la prima de riesgo. Y ya se sabe que el gato escaldado del agua fría huye.
Tampoco quiere Rajoy pasar por el aro de nuevos ajustes. Pero, eso es lo que hay si quiere que el BCE mantenga a raya la prima de riesgo y alivie el peso de una deuda que empieza a ser insoportable. Lo dejó muy claro ayer Draghi: la ayuda estará sujeta a «una estricta y efectiva condicionalidad».
Duro castigo del mercado
Por lo demás, en cuanto los mercados se percataron de que las grandilocuentes palabras pronunciadas hace una semana en Londres por el guardián del euro se iban a quedar en nada, montaron en cólera. Con la certeza de que el Banco Central Europeo no tiene intención alguna de hacer uso inmediato de ninguna de las armas de las que dispone para ponerles freno, se lanzaron otra vez a la yugular de España. Y, a la de Italia.
El resultado: la mayor subida diaria de la prima de riesgo española en lo que va de año: de 57 puntos, hasta rozar los 600, con el bono a diez años de nuevo por encima del 7 %; y la segunda peor jornada del ejercicio para el Ibex, que se dejó un 5,16 %, hasta los 6.373,4 puntos, con pérdidas en prácticamente todos sus valores. Similar fue el correctivo que sufrieron los bonos italianos, cuya rentabilidad escaló hasta el 6,33 %, lo que dejó la brecha con Alemania a lomos de los 500 puntos.
Alemania aplaude la decisión
El vicecanciller alemán y ministro de Economía, Philipp Rösler, aplaudió ayer la decisión de Draghi de no intervenir en los mercados de deuda en ayuda de España e Italia, informa Efe. Pese a que no es común que el Gobierno germano comente las decisiones del BCE, Rösler se mostró «totalmente de acuerdo con Draghi en que para calmar a los mercados de deuda es de absoluta prioridad e inevitable una decidida política de consolidación y reformas a nivel nacional».
A su juicio, si el Banco Central Europeo toma medidas para atajar la escalada de la prima de riesgo de los países más castigados por los especuladores, sus Gobiernos pueden sentirse menos motivados para aplicar reformas.