El concurso eólico adjudicó 2.300 megavatios a empresas que, en contrapartida por controlar el viento gallego, tenían que desarrollar proyectos empresariales paralelos. Se anunciaron fábricas de bombas de calor, de biodiésel y biogás, de minigeneradores... En total, la Xunta auguraba más de 13.000 empleos solo con estos planes.
-Si el concurso no se cumple, hay que olvidarse de poner en marcha todos esos proyectos.
-Hablar de eso es casi una frivolidad en el contexto del sector. Bastante tenemos ya con sus propios proyectos de eólica como para pensar en planes industriales. El sector siempre ha sido contrario a este tipo de concursos que conllevan planes industriales, porque tratan de hacer responsable a un sector, el eólico, del desarrollo industrial de toda una comunidad.
-El que se presentó al concurso ya sabía que tendría que realizar un plan industrial, no lo pillaba por sorpresa.
-Correcto, pero es que el que no aceptaba eso estaba muerto, no le daban un solo megavatio. La exigencia de un plan industrial conllevaba buscar socios que no sabías cómo iban a responder. Y hay que tener en cuenta también que la situación hoy no es la misma que hace unos años, cuando los concursos contaban con esa exigencia.
-¿Qué les dicen los bancos cuando van pedir financiación para poner en marcha un proyecto eólico?
-Que les compremos un piso [risas]. Es muy complicado presentar un proyecto a un banco porque no sabes lo que te van a pagar por la energía, el marco legal puede cambiar...
-Habla de una parálisis en el sector. ¿Cuánto tiempo se ha perdido?
-Unos ocho años. En el 2003, cuando venció el plan estratégico eólico, Galicia era la sexta potencia eólica mundial, casi nada. Ahora hemos perdido el tren, no se instala prácticamente nada, es la cuarta comunidad española en potencia cuando estamos hablando del mejor viento, sin duda. Y eso provoca que mucha gente, joven y preparada para el sector, se vaya fuera. Hay cosas que se podrían arreglar de forma fácil, simplemente con que el presidente de la Xunta nos defendiera ante Madrid.