La subida del IVA provoca el mayor descenso de ventas en el comercio

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

La ocupación en el sector en Galicia registra también la reducción más acusada desde el 2008

30 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Las ventas del comercio gallego registraron el pasado mes de septiembre el mayor descenso desde el inicio de la crisis, hace ahora más de cuatro años. Una caída que coincide en el tiempo con la subida del IVA, lo que parece cumplir los peores presagios de uno de los sectores más castigados por la profunda recesión económica que sacude el país. Según los datos hechos públicos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los establecimientos gallegos vendieron el pasado mes un 11,1 % menos respecto a septiembre del 2011, un descenso ligeramente inferior al de la media del Estado (12,6 %), pero que traza un horizonte desalentador para una actividad que acumula ya 27 meses consecutivos de caída de ventas.

No hay arteria comercial en ninguna villa o ciudad gallega en la no se vean locales vacíos, en venta, con el letrero de alquiler o el cartel de liquidación por cierre. Con el paro en niveles récord y los salarios a la baja, los hogares han recortado de forma considerable los gastos que no son de primera necesidad.

Esto tiene un reflejo inequívoco en la ocupación del sector, que también ha registrado en Galicia en tasa interanual la mayor caída desde el 2008. Nada menos que un 2,1 %, casi el doble de lo que ha caído el empleo del comercio en el conjunto de España (-1,2 %). «A nosotros ya no nos sorprende nada porque este es un dato que refleja a las claras la dura realidad que vive este sector», sostiene José María Seijas, presidente de la Federación Gallega de Comercio. Los comercios gallegos temen un final del 2012 todavía más duro, como consecuencia de la supresión de la extra de Navidad a los empleados públicos, lo que repercutirá en las ventas de un mes que era determinante para cuadrar las cuentas del año.

Horizonte negro

En ciudades como Santiago, donde casi uno de cada cuatro ocupados dependen del sector público, los establecimientos auguran un descenso enorme de facturación. «Más allá de las ayudas de la Xunta, de las campañas que se puedan hacer para anunciar que no repercutimos la subida del IVA, el drama que tenemos se explica porque con tanto paro no hay consumo, es decir, mientras no haya una reactivación estamos perdidos», puntualizaba ayer a este periódico Seijas desde Madrid.

Los datos que maneja el sector en Galicia muestran que, desde que se inició la crisis hace ahora cuatro años, han cerrado en la comunidad gallega unos 19.000 establecimientos, lo que ha supuesto un descenso de la ocupación en el comercio gallego que ronda las 40.000 personas. Establecimientos de ropa, calzado, joyería y complementos del hogar son de los más castigados en un contexto en el que las grandes superficies pueden hacer una política mucho más agresiva de precios.

Más allá de la lectura económica, el cierre de comercios en centros urbanos y cascos históricos plantea además otro problema por ser una actividad clave para fijar población, sobre todo en villas del medio rural, mucho más azotadas por el envejecimiento y el declive demográfico.

El nuevo marco legal de aplicación progresiva que pone fin a los arrendamientos antiguos -pasarán a precios de mercado el 1 de enero del 2015- supone otra amenaza para el sector y para garantizar el relevo generacional de los negocios.

Cierres definitivos

Mientras tanto, la crisis deja algunas estampas desoladoras. Ahora mismo, por ejemplo, en dos céntricas calles de Santiago -como son Amor Ruibal y República del Salvador- más de la mitad de los locales está completamente vacíos, bajos que albergaban hace poco más de medios año negocios pujantes de moda o de complementos del hogar, pero que no han podido resistir la crisis. En algunos casos, por el elevado importe de los alquileres.

El sector comercial también está viviendo en primera persona las rigideces del sistema financiero, cada vez más exigente para renovar las pólizas, lo que supone una barrera para el aprovisionamiento de mercancía y para el mantenimiento del empleo.

El mismo paisaje devastador que ofrecen los locales de Santiago puede apreciarse en el resto de las ciudades gallegas, como en Ourense, donde en céntricas calles como Paseo o Progreso se cuentan por decenas el número de locales sobre el que cuelga el letrero de alquiler.

«Con la situación actual, con las puertas de los bancos cerradas, con una retracción del consumo tan brutal y con unas perspectivas tan malas para el empleo será muy difícil que esos locales puedan volver a ocuparse para actividades comerciales, lo que supone un gravísimo problema para el dinamismo de los cascos urbanos de las ciudades», lamenta José María Seijas.