La Eurocámara debatió ayer la propuesta para prohibir esa arte
22 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.En julio pasado, la Comisión Europea propuso un reglamento para gestionar la pesca de las especies de aguas profundas que sobresaltó al sector pesquero: para proteger al granadero, al sable negro, a la maruca azul y al reloj anaranjado sugería implantar progresivamente una prohibición del arrastre y del enmalle de fondo en el Atlántico nororiental. Anteayer, ese proyecto llegó a la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo que la aplaudió a rabiar -solo obtuvo un voto en contra y, por lo visto, fue porque el diputado se equivocó al pronunciarse- y puso profundidad a ese veto al arrastre: 200 metros. Son cuestiones que no preocupan tanto al sector pesquero -su decisión no es vinculante y, además, no esperaban otra cosa de ellos- como la opinión de la Comisión de Pesca de la Eurocámara, que sí tiene poder de decisión. Y los eurodiputados de esta materia comenzaron a debatir ayer el reglamento que tiene escrita la sentencia de muerte para el arrastre y el palangre de fondo.
Por lo de pronto, el encargado de realizar el informe sobre la propuesta del Ejecutivo comunitario, el socialista griego Kriton Arsemis, ve con buenos ojos la prohibición de las citadas artes pesqueras porque se dirigen a especies muy vulnerables, que viven a grandes profundidades, a oscuras, muy longevas, algunas de las cuales no se reproducen hasta que alcanzan los 35 años de edad y tan desagradables a la vista que «hay que filetearlas para que los consumidores estén dispuestos a comprarlas». Y no solo eso, el arrastre también destroza los corales y las esponjas de los fondos marinos, que limpian las aguas del mar y sirven de refugio a los alevines, por lo que «proteger el ecosistema significa proteger los corales y las esponjas», dijo Arsemis.
Justificación
La propuesta que hace el ponente griego es que en aguas profundas, que a su juicio comienzan a partir de los 400 metros, en lugar de pescar con arrastre y redes de enmalle se haga con palangre, pues, según dijo, el impacto de un año del primer aparejo equivale al de 800 con el segundo. Y no tendría por qué haber problema, dado que al alto precio al que está el carburante, los arrastreros compensarían fácilmente su reconversión en palangreros y, además, se crearía más empleo, porque esta última arte requiere más mano de obra.
El pero lo sacaron rápidamente los eurodiputados de países con regiones altamente dependientes de la pesca, que hicieron ver a Arsemis que desconoce por completo el funcionamiento de la industria pesquera y cuestiones como que, por ejemplo, el rape se pesca a 900 metros y «usted me está proponiendo algo tan absurdo como que use palangre para capturar rape», señaló el británico Struan Stevenson. Mientras, la popular Carmen Fraga reclamó informes de impacto socioeconómico, pues se está partiendo de la base de que esto afecta a quienes pescan especies de aguas profundas y no se han tenido en cuenta las flotas que las capturan de forma complementaria.