Un convenio de acreedores intentará garantizar la continuidad de la compañía
05 abr 2013 . Actualizado a las 12:50 h.Pescanova se enfrentó ayer a uno de los consejos de administración más trascendentales de su historia. La tensión se respiró desde el primer momento en la sede de la multinacional, en Chapela. Estaba en juego evitar la suspensión de pagos de una compañía que escaló hasta el quinto puesto del ránking de empresas pesqueras del mundo. No se consiguió. Pasadas las doce de la noche el consejo anunció la presentación una solicitud de declaración de concurso voluntario en el juzgado competente. Al tiempo informó de que se revocaba como auditor de cuentas a BDO y se contrataría, de manera inmediata, un auditor forense.
El comunicado de Pescanova, que dejó constancia de que la guerra entre accionistas sigue abierta y de que el consejo no fue capaz de aprobar las cuentas, explica en su primer punto: «Dado que no parece posible alcanzar, a corto plazo, un acuerdo con los acreedores de la sociedad y dado que su situación financiera presenta riesgo de deterioro, el consejo, en aras de la preservación de la continuidad de Pescanova, y de la protección de los intereses de los afectados, ha acordado solicitar el concurso».
Se realizará, anuncia el comunicado, «una propuesta de convenio con los acreedores que garantice, por un lado, la salvaguarda de los derechos e intereses de sus trabajadores, acreedores y accionistas y, por otro, la gestión continuada de Pescanova».
Dos bandos en el consejo
En la sala del consejo había dos bandos. El de los miembros que apoyan a Manuel Fernández de Sousa; y el de José Carceller Arce (representante del grupo Damm, con un 6,2 % del capital); Francisco Tesch (dominical en representación de Luxempart, con el 5,83 %), y José Antonio Pérez-Nievas (representante de Iberfomento, con un 3,39 %). Las críticas a la gestión volvieron a surgir. Se estudiaron los estados contables y el informe de la auditora BDO. El hermetismo fue total a lo largo del día. Después de trece horas de reunión, no había trascendido a cuánto ascendía el pasivo de Pescanova, cuya cotización en Bolsa quedó suspendida hace ya tres semanas. En septiembre su deuda se elevaba a 1.522 millones, una cantidad que podría situarse ahora en el entorno de los 3.000 millones. Al final de la reunión el dato tampoco se hizo público. Eran precisamente los estados contables de la multinacional los que querían conocer los accionistas representados en la mesa. La familia Carceller, muy crítica con el modelo de gestión realizada, reconocía que la situación desatada es muy grave. Al final, las cuentas se remitieron a la CNMV, pero sin haber sido auditadas, con la intención de que sean publicadas hoy.
A los 47 bancos nacionales y extranjeros acreedores tampoco les llegaba con fluidez la información sobre lo que ocurría dentro del consejo de Pescanova. A lo largo del día se pusieron de manifiesto dos cuestiones: las instituciones financieras extranjeras, que desde un principio quisieron cerrar de inmediato el grifo del crédito, habían endurecido su postura; y segunda: «Los bancos debemos y queremos entendernos con los que mandan en la compañía, pero teniendo en cuenta las divisiones no sabemos con quién debemos hablar».
Continuidad
Al final del día, y cuando el consejo ya llevaba más de ocho horas ininterrumpidas reunido (no pararon para comer; les llevaron unos sándwiches al mediodía), una fuente de la banca explicó que, «al parecer», Fernández de Sousa continuaba al frente de la compañía. ¿Por qué la trascendencia de esta información? Porque hasta en dos ocasiones a lo largo de todo este tiempo en el que que se ha venido retransmitiendo la guerra abierta entre bandos a través de la CNMV, han exigido la dimisión del presidente de Pescanova los accionistas críticos. Consideraban que les había ocultado información y se había llevado a la empresa a una grave situación económica.
Sobre la mesa estaba previsto que se tratase en profundidad la venta de Acuinova Chile, dedicada al cultivo del salmón. Por ella estaba interesada una firma noruega. Si la operación fuese autorizada por el consejo y llegase a buen término, Pescanova ingresaría en el entorno de los 195 millones de euros. Serían un balón de oxígeno que evitaría solicitar un nuevo crédito de entre 50 y 60 millones para hacer frente a los pagos inmediatos.