El Gobierno se traga el optimismo

Mercedes Mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Ahora augura que la economía caerá este año el triple de lo que dicen los Presupuestos

23 abr 2013 . Actualizado a las 10:47 h.

España ha conseguido espantar -de momento, al menos- el temido fantasma de un rescate financiero, pero continúa sumida en la penumbra. El cóctel explosivo que conforman los recortes, la sequía de crédito y la falta de un motor de empleo que releve al malogrado sector del ladrillo mantienen al país en la cuerda floja. Y, ni de lejos, se vislumbra cuándo recuperará España la riqueza destruida por el casi un lustro de crisis que carga a la espalda.

Pese a todo, contra viento y marea, y hasta hace bien poco, el Gobierno mantenía que los agoreros se equivocaban. Que las cosas se estaban haciendo bien y que, muy pronto, entraríamos de lleno en la senda de la recuperación. Prácticamente nadie compartía esa opinión. Ni el FMI, ni Bruselas, ni una larga lista de organismo internacionales, públicos y privados. Pero el Ejecutivo, en sus trece.

Ya no. Lo habían dejado caer algunos miembros del Gobierno -Rajoy, entre ellos- en las últimas semanas: va a haber que revisar las previsiones porque los números no cuadran. Y, ayer, llegó la confirmación. De la mano del ministro De Guindos y en un medio de comunicación extranjero: el influyente Wall Street Journal. En una entrevista en las páginas del diario estadounidense, aseguró el responsable de Economía, que el PIB español caerá este año entre un 1 y un 1,5 %. Esto es, hasta el triple de lo que mantenía el Ejecutivo hasta ahora. Se pasaron con el optimismo. Erraron el tiro y ahora hay que arreglar el desaguisado.

Pocas sorpresas

Pero no ha sido esta una gran sorpresa. Al fin y al cabo, todo el mundo sabía que las estimaciones del Ejecutivo se habían quedado desfasadas. Y hacía ya tiempo. Nadie se creía que la economía patria fuese a caer solo un 0,5 % este año y, mucho menos, que fuera a crecer un 1,2 % el que viene.

Las nuevas cifras se harán oficiales el viernes, cuando el Gobierno presente el Plan de Estabilidad -que contiene las previsiones revisadas para los próximos tres años- y una nueva batería de reformas. A estas últimas se refirió también De Guindos en la entrevista, para aclarar que, esta vez, pondrán más el acento en el crecimiento, frente a la mera reducción del déficit. Por eso descartó que se vayan a poner sobre la mesa nuevas medidas de austeridad «significativas». «Lo que haremos ahora es establecer un mejor equilibrio entre la reducción del déficit y el crecimiento económico», resumió. Y eso porque «la primera preocupación de los inversores internacionales con respecto a España en este momento es el crecimiento económico», argumentó.

Renegociación del déficit

Con las nuevas cifras en la mano y un programa de reformas que la mayoría de los analistas auguran «descafeinado» -en la medida en que pasará de puntillas sobre las grandes obsesiones de Bruselas: más IVA, otra vuelta de tuerca al despido y meter mano a las pensiones- España habrá de negociar con la Comisión Europea y convencerla para que abra la mano y se avenga a suavizar las metas del déficit. No va a ser fácil.

Está claro que con una caída del PIB de entre el 1 y el 1,5 %, el objetivo de acabar el año con un roto en las cuentas del 4,5 % es misión imposible. Habrá que ver hasta dónde está dispuesta a abrir la mano Bruselas. Sobre todo, si no se atienden sus exigencias.

El amigo FMI

Pero, con el país como está, el Gobierno no quiere arriesgarse soliviantando a la población con más ajustes. Prefiere, si puede ser, jugar la carta que le ha puesto en bandeja el FMI. «Considerando la situación del país y los esfuerzos que se han llevado a cabo, así como la tasa de paro, del 25 %, es claramente necesaria una consolidación fiscal, pero no vemos la necesidad de realizar un ajuste tan rápido como se había pensado inicialmente», dijo hace unos días su directora gerente, Christine Lagarde.

De momento, y pese a haber supeditado todas sus políticas a la lucha contra el déficit desde su llegada a la Moncloa, Bruselas acaba de certificar que Rajoy fracasó en el combate. Contando las ayudas a a banca, el agujero fue del 10,6 %, el mayor de la UE, superior incluso al griego (10 %). Sin tenerlas en cuenta, el recorte fue encomiable, del 9 % del 2011 al 6,98 %. Pero incumplieron la promesa hecha a Bruselas (6,3 %). Y todo, ello con una deuda pública embalada, la que más crece de la UE. A un ritmo endiablado: desde el 69,3 % del 2011, hasta el 84,2 %.