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Miguel Blesa, el hombre que viajaba incómodo en un BMW

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Llevó 13 años las riendas de la segunda mayor caja del país

17 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Dicen los que lo conocen que Miguel Blesa (Linares, Jaén, 1947) es un hombre de distancias cortas. Que es en el cara a cara cuando despliega todo su poder de seducción. Cuando conquista con su gracejo andaluz. Lo suyo no son los grandes auditorios. Lo ponen nervioso. Mucho. Él es más de petit comité.

Dicen también que todo el dominio de sí mismo del que había hecho gala a lo largo y ancho de los 13 años que estuvo al frente de la otrora opulenta Caja Madrid se vino abajo en el último. Tan pronto como tuvo constancia de que aquellas estaban llamadas a ser sus últimas horas en la poltrona. «Perdió la cabeza», dice recordando aquellos días un estrecho colaborador del expresidente durante años.

Aseguran, además, que la decisión del juez Silva le ha debido sentar a cuerno quemado. Un golpe demasiado duro para su abultado ego, aventuran.

A nadie le resulta fácil lo de pisar la cárcel. Mucho menos, a quien anda acostumbrado a codearse con la élite. A ser parte de ella. Y en eso anda Blesa muy curtido.

Escasos méritos

Casi nadie discute que el principal mérito del de Linares para hacerse con las riendas de Caja Madrid fue el haber sido compañero de oposición del que después sería líder del PP e incluso presidente del Gobierno, José María Aznar. Al menos en su currículo, y a priori, no se observan muchas más cualidades profesionales para que en 1996 lograra auparse a la presidencia de la que entonces era la segunda entidad de ahorros del país.

Licenciado en Derecho de formación e inspector de Hacienda de cualificación, Blesa entró en el consejo de administración de la caja en 1993 gracias a la influencia del PP (entonces presidía la Comunidad Joaquín Leguina, y la mayor cuota de poder correspondía al PSOE), informa Colpisa. Ya con Alberto Ruiz-Gallardón en la Puerta del Sol y Aznar en la Moncloa, fue nombrado presidente, puesto en el que permaneció hasta enero del 2010.

Batalla cruenta

Su salida, sin embargo, no fue fruto de los barros contables de Caja Madrid, convertidos luego en los lodos que han terminado por arrastrarlo hasta Soto del Real, sino de una feroz batalla interna en el PP, que acabó con Rodrigo Rato en la presidencia de la entidad.

Blesa se despidió del cargo tratando de colar un bonus de 25 millones de euros para él y otros nueve directivos. No hubo suerte: Rato lo tumbó.

Nos ha dejado el expresidente de Caja Madrid frases para la posteridad. Quien siguió su comparecencia en la Comisión de Economía del Congreso a finales del año pasado no lo olvidará fácilmente. Allí mantuvo una actitud tachada por muchos de chulesca. Fue allí donde afirmó que Caja Madrid era «una de las más eficientes» del sector español y donde se quejó de que el BMW blindado de más de medio millón de euros que le había dado la caja «no era la cosa más cómoda del mundo».

Últimamente se le veía por Madrid a bordo de un lujoso todoterreno.

A pocos días de su segundo matrimonio -esta vez con una joven 26 años menor que él y ahora puede que en el aire-, Blesa se enfrenta al que sin duda es el peor trago de su vida.

A este gran aficionado a la caza -safaris en África incluidos, donde daba rienda suelta también a otra de sus pasiones: la fotografía- a buen seguro que la celda de Soto del Real se le va a quedar pequeña.