Este experto ve la nueva regulación como algo necesario, que nos acerca más a Europa
26 may 2013 . Actualizado a las 06:49 h.Es una de las voces más reputadas del derecho laboral en España. Juan Antonio Sagardoy Bengoechea (Pitillas, Navarra, 1935) acaba de participar en Santiago en un simposio. Este experto colaboró en la elaboración del proyecto del Estatuto de los Trabajadores y fundó, hace 33 años, el prestigioso bufete Sagardoy.
-¿Qué hemos hecho tan mal para llegar a tanta destrucción de empleo?
-Esa pregunta me la he hecho yo muchas veces...
-¿Y a qué conclusiones ha llegado?
-Algo tan grave tiene muchas causas. Pero fíjese que siempre hemos doblado la tasa de paro de Europa. Incluso en los buenos tiempos.
-¿A qué cree que se debe?
-Hemos estado muchas décadas en otro tiempo distinto al europeo. Habría que remontarse al franquismo.
-¿Tan lejos?
-Sí, claro. Franco hizo un pacto con las fuerzas sociales. Y consistía en negar los derechos colectivos: no hay huelga, no hay convenios, no hay sindicatos...
-¿Y qué había entonces?
-Un Estado protector, erigido en sindicato. El mensaje era que el aparato del Estado iba a defender al trabajador mejor que un sindicato.
-¿En qué se tradujo eso?
-En algo que no había en Europa. El Estado monopolizó la legislación laboral. Y dio más que nadie.
-¿Cuánto?
-Mire, en la Segunda República, en España había 15 días por año trabajado hasta seis meses. Entonces Franco dijo que era poco y puso 60 días por año hasta un máximo de cinco. Así estaba en la ley de 1944. Hubo épocas en las que en el despido improcedente era obligatoria la readmisión en empresas de más de 50 trabajadores.
-¿Y qué tiene que ver todo eso con el debate actual?
-Mucho. Eso ha dejado impresa en la sociedad una cultura acomodaticia que es muy difícil cambiar. Y ese es un gran
problema. Vino el crecimiento, el desarrollismo, luego el bum de la construcción.
-¿Y?
-Mientras hay prosperidad y todo funciona, nadie se pregunta nada. Era tal abundancia que no se planteaban asuntos incómodos. Era todo falso, ilusorio, y ha venido la catástrofe.
-¿Se refiere a la destrucción de empleo o a la reforma laboral?
-Obviamente, a lo primero. El cambio normativo, más de futuro que de presente, era absolutamente necesario. Nos acerca a una Europa de la que estábamos fuera.
-¿En qué sentido?
-Hasta antes de la última reforma, la normativa laboral era unidireccional, protegía solo a los trabajadores. Y la reforma lo que hace ahora es dar un giro a todo eso.
-¿Y entonces pasamos a proteger solo a la empresa?
-No, a los dos. Si se protege a la empresa se protege al trabajador también y, por tanto, el empleo. En mi despacho soy testigo a diario de que la reforma laboral está salvando empleo...
-¿Cómo?
-Con los mecanismos de flexibilidad interna: reducciones de salario, de jornada, cambios de categoría... Esto antes no era posible.
-¿Qué le parece que una firma pueda descolgarse de un convenio por causas económicas?
-Una oportunidad para salvarla. Imagine que usted está en una comunidad de propietarios y no puede pagar lo que le exige la comunidad. Hay dos opciones: o le echan o le dan facilidades.
-¿Cree que un descuelgue vulnera el derecho a la nego
ciación colectiva? ¿Podría ser inconstitucional, como piensan algunos juristas?
-Lo de la interpretación de la Constitución es un asunto muy abierto y muy complejo. Los descuelgues son negociados, hay un arbitraje. Yo no creo que, en general, se vulnere el derecho a la negociación colectiva, aunque eso no significa que pueda ocurrir en algunos casos concretos.
-¿No cree que la devaluación salarial genera despidos?
-¿En qué sentido?
-La gente cobra menos y consume menos. Y por tanto, las empresas venden menos, despiden y cierran. Parece una rueda perversa...
-En una lectura social, sí. Hay un nivel micro y macro. Pero estamos en un gran proceso de cambio, muy frecuente en la historia. Un ciclo que nos canta las verdades del barquero.