El informe de KPMG se apoya también en los registros de la Central de Información de Riesgos del Banco de España (Cirbe) para conocer la deuda de la compañía. Explica que en ese órgano no se contempla, por ejemplo, la deuda correspondiente a factoring, descuentos y otras formas de financiación, así como la procedente de entidades financieras extranjeras, «pero puede servir de referencia sobre la magnitud del problema». Y la magnitud del problema equivalía a cuatro veces más. Concluye el extenso informe de la auditora que el total de endeudamiento del grupo Pescanova pasó de ser de 2.300 millones de euros en el 2009 a 3.280 al acabar el 2012.
La situación de Pescanova, saca a relucir el informe, obedece a unas inversiones iniciadas en época de bonanza y que precisaban de una larga maduración, cuando llegó la crisis, con la consiguiente contención y cierre del crédito. Fernández de Sousa y su equipo iniciaron entonces una huida hacia adelante y evitaron dar a conocer la situación real de la compañía.
Colapsó así su supuesto crecimiento a través de préstamos que le permitían incrementar su capacidad productiva y obtener mayores beneficios de explotación. La empresa está ahora en manos de la banca.