Desde el 2009 el mercado financiero se repartió y las entidades más grandes fueron las más beneficiadas. Al haber menos actores, los beneficios se reparten mejor
16 sep 2013 . Actualizado a las 13:38 h.Un fallo catatónico en el control de la economía de todas las autoridades económicas españolas (ministerios, Banco de España, CNMV) y de todos los signos políticos provocó que en el año 2009 la entonces ministra Elena Salgado saliera a la palestra para dar cuenta de un plan que tenía como objetivo acabar con las cajas de ahorros. A la gran banca no le prestaban dinero en los mercados por culpa, argumentaban, de las antiguas cajas. Se decidió entonces acabar de un plumazo con unas entidades que concentraban el 52 % del negocio bancario en España.
Dicho y hecho. Sin tener muy claro el rumbo, el Gobierno del PSOE diseñó, casi semana sí semana no, una serie de decretos que obligaban a las instituciones financieras a hacer provisiones multimillonarias sobre sus carteras inmobiliarias. Llegó entonces el baile de las fusiones, único camino para tener acceso a ayudas multimillonarias que taponasen las pérdidas que generaban esos mandatos de provisiones. Luego sorprendieron las nacionalizaciones. El mercado financiero se repartió y las entidades más grandes fueron las más beneficiadas. Al haber menos actores, los beneficios se reparten mejor. De las 52 entidades que había en aquel 2009 hoy quedan 14, y gracias a Galicia que logró que Evo se vendiese al fondo norteamericano Apollo por 60 millones de euros, los únicos que cobró el FROB por una operación de venta.