La familia se arregla para ir tirando con la ayuda de unas fincas en las que cultivan una huerta y crían algunos cerdos, ovejas, conejos y gallinas
14 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.José Luis Casar, vecino de Monforte de 62 años, es pensionista desde enero. Pudo jubilarse a una edad aún temprana porque su último trabajo fue en una pizarrera, y en el sector minero es posible retirarse con antelación. Desde entonces, vive con una pensión que prefiere no precisar -«é como preguntarlle os anos a unha muller», dice-, pero en todo caso muy escasa: «Máis ou menos como as agrarias ou un puntiño máis». Con esos ingresos deben mantenerse no solo él y su mujer, sino también un hijo que trabajaba igualmente en la pizarra. Este último se quedó sin empleo hace dos años a consecuencia de la crisis de la construcción y tiene una hipoteca pendiente. «Agora intentou empregarse nas vendimas, pero nin aí encontrou traballo», dice José Luis.
La familia se arregla para ir tirando con la ayuda de unas fincas en las que cultivan una huerta y crían algunos cerdos, ovejas, conejos y gallinas. Poseen además algunas viñas con las que elaboran su propio vino y un terreno con pinos cuya madera querrían vender, pero no encuentran comprador.
En tales circunstancias, se esfuerzan por reducir sus gastos al máximo. «A roupa ten que durar todo o posible e o coche só o usamos para as urxencias, para todo o demais imos a pé ou en bicicleta», explica. El verano lo han dedicado a hacer acopio de alimentos y leña para aguantar hasta el año próximo. «A min isto recórdame cada vez máis o tempo dos meus avós, cando había que sobrevivir cunha horta e uns poucos animais», afirma.