Mientras Galicia ha perdido seis mil empresas desde el año 2008, algunos concellos con población joven como Oleiros, Verín o Narón han incrementado el número de negocios
03 nov 2013 . Actualizado a las 12:15 h.Con las catástrofes naturales, los medios acostumbran a reproducir una imagen vía satélite de la zona devastada que se acompaña de otra fotografía de cómo era el lugar antes del suceso. El mapa que dibuja el Instituto Galego de Estatística (IGE) sobre la realidad empresarial de la comunidad gallega deja un rastro desolador tras cinco años de crisis. Entre el 2008 y el 2012, Galicia ha perdido 6.070 empresas, autónomos en su gran mayoría y en negocios vinculados a la construcción y su industria auxiliar.
Pero la recesión también ha tenido un efecto letal sobre el comercio minorista por el desplome del consumo. Según el citado organismo de la Xunta, hasta 2.739 locales han bajado la persiana.
El mapa que dibuja el IGE también deja una lectura para la esperanza. Mientras las siete urbes gallegas han visto menguar su tejido empresarial, algunos ayuntamientos gallegos, sorprendentemente, han logrado incrementar el número de negocios. Vigo y A Coruña, por ejemplo, han perdido mil empresas cada una en el período de un lustro y en Santiago, Ferrol y Pontevedra la cifra llega a alcanzar el medio centenar por ciudad.
La otra cara
Según el IGE, hasta 66 ayuntamientos han mantenido o aumentado el número de negocios entre el 2008 y el 2012. Una cifra que equivale al 20 % de los 315 existentes. Pero el grupo de los que ha conseguido un crecimiento considerable está formado por una veintena, lo que representa el 6,3 % del total. Entre ellos están Bergondo, Arteixo, Cambre, Narón, Oleiros y Ames, en la provincia de A Coruña; Outeiro de Rei y Ribadeo, en Lugo; Allariz, Pereiro de Aguiar, San Cibrao das Viñas, Verín y O Carballiño, en Ourense, y Ponteareas, Salvaterra, Cotobade, Baiona, Mos, Nigrán y O Porriño, en los límites provinciales de Pontevedra.
En gran parte de los casos se dan alguna de estas coincidencias: menor exposición a la burbuja inmobiliaria, abrigar algún polígono empresarial, ser zona fronteriza (como es el caso de Verín y Ribadeo) y, sobre todo, gozar de un dinamismo demográfico que en nada se parece a la tendencia del conjunto de la comunidad gallega.
Mientras los centros de las siete ciudades, como es el caso de A Coruña, Santiago o Ferrol, se han ido envejeciendo y vaciando, los municipios limítrofes han acogido a la gran parte de la población joven con descendencia (ejemplos de Ames y Narón), lo que ha tenido una incidencia sobre la demanda de consumo y, en consecuencia, sobre la actividad empresarial y comercial.
Hogares sin jóvenes
Santiago, por ejemplo, tiene contabilizados 29.000 hogares, el 77 % del total, en los que no vive ningún menor de 16 años. Compostela es, junto A Coruña, la ciudad gallega en la que se concentra un mayor número de hogares sin población joven.
El pinchazo de la burbuja inmobiliaria y el desplome de los precios de la vivienda podrían propiciar un nuevo escenario que atrajera nuevos residentes a los cascos de las ciudades, pero el elevado paro juvenil y el deterioro de muchas viviendas constituyen las grandes barreras a esa alternativa.
El excesivo precio del alquiler y la falta de relevo generacional ha propiciado el cierre de decenas de establecimientos en las arterias comerciales más emblemáticas de las grandes ciudades. Léase Doutor Teixeiro, en Santiago, o la Calle Real, en A Coruña.
Vender golosinas
Pero no ha sucedido lo mismo en los municipios limítrofes. «No es lo mismo montar un negocio de golosinas en el centro de Compostela, donde el precio del alquiler es más alto, que en Bertamiráns, donde además de niños, el arrendamiento da pie a manejar otros márgenes», precisa Javier Santos, empresario de Ames.