Ni Industria ni la SEPI aclaran sus planes para evitar la parálisis de los astilleros de Ferrol
19 nov 2013 . Actualizado a las 12:55 h.El hundimiento de los astilleros de Navantia lleva más de dos años fraguándose. Pese a ser una empresa pública, Madrid ha ido dilatando aportar una solución a la crisis de ocupación y al crac económico de la compañía y aunque llegó a crear una comisión para impulsar una de las principales demandas del sector -la construcción de un dique flotante-, con el que generaría dos años de trabajo y que contribuiría a solventar en parte su caída, en la práctica no ha servido más que para enredarse en reuniones para acabar colocando la pelota en el tejado de Bruselas, que tiene que pronunciarse sobre su compatibilidad con las normas comunitarias.
En los últimos meses, con la exigua cartera de pedidos ya agotándose en la ría de Ferrol y en la bahía de Cádiz, Navantia apuntó a la obtención del contrato de construcción de cuatro buques gaseros para Gas Natural y Repsol como su única tabla de salvación. Pero el viernes, los armadores de los futuros barcos, Knutsen y Elcano, admitieron que ya habían firmado el encargo con el coreano Hyundai, en el primero de los casos, y con el japonés Imabari, en el segundo. Solo entonces el ministro de Industria, José Manuel Soria, salió al paso para instar mediante una carta al presidente de Gas Natural, Salvador Gabarró, a que se reúna con Navantia para comprobar las capacidades de la industria naval nacional. Aunque con anterioridad se habían producido reuniones al más alto nivel entre el Gobierno y las cúpulas de la compañías, la gestión de Madrid en el concurso de los gaseros llega demasiado tarde. Ayer, desde Knutsen España reiteraron que los contratos están firmados y ya en vigor.
El último encargo
Aunque la compañía confía en que aún haya marcha atrás, la pérdida de este encargo coloca a los astilleros ferrolanos en su peor encrucijada, ya que en tres semanas finalizará el único trabajo en curso y sin ningún otro encargo cerrado. Sin embargo, ni su dueño, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) ni el Ministerio de Industria quisieron ayer concretar cuáles van a ser los planes del Gobierno para el naval público. En la Xunta, el conselleiro de Industria, Francisco Conde, trasladó su esperanza de que Navantia mantenga opciones en el concurso y manifestó que pondrá los esfuerzos que sean necesarios en ese ámbito.
Mientras, los representantes de los trabajadores comienzan a exigir responsabilidades. CC.?OO. acusó al Ejecutivo central de actuar con «desidia» y a las empresas Gas Natural y Repsol de «total desinterés» por mantener el empleo y la actividad industrial en el país. La CIG pidió la dimisión del presidente de Navantia y de todos los cargos del PP que lo respaldan.
La pérdida de este encargo viene a sumarse a otros fracasos de la política comercial de la empresa, que no ha logrado cerrar ningún pedido para la construcción de barcos desde el 2007, cuando Australia compró a Navantia dos megabuques anfibios -el último de los cuales se está finalizando actualmente en la antigua Bazán- y el diseño de tres destructores.