Una familia de A Coruña recibe una factura escandalosa por un mes de consumo
08 feb 2014 . Actualizado a las 19:21 h.José Antonio, su mujer María y sus dos hijos acaban de quitarse de encima una espada de Damocles de aúpa. Después de diez meses de pesadilla, vuelven a dormir tranquilos en su casa nueva de Eirís (A Coruña), desde la que se domina la ría de O Burgo. Todo comenzó cuando decidieron dejar el piso en el que vivían y embarcarse en la aventura de construir una vivienda. En el 2011 empezaron los trabajos. El contratista se encargó de todo, también de gestionar con Gas Natural Fenosa (GNF) la luz de obra. La casa fue tomando forma para quedar lista dos años después.
Es abril del 2013. La familia decide trasladarse a su flamante casa, aunque no está acabada del todo. Para rematarla, firman un nuevo contrato con la eléctrica para disponer provisionalmente de luz de obra. Técnicos de la compañía verifican y sellan el contador, que procede de otra obra. Como es costumbre, toman una foto para inmortalizar la lectura que refleja el aparato. Esa instantánea sería fundamental para José Antonio y su familia, pero todavía no lo sabían.
El drama empezó en junio. Un día, por la tarde, sonó el teléfono de casa. Era una empleada de la eléctrica que le anunciaba que iba a llegar por correo una factura de la luz. El importe, 21.890 euros, por mes y medio de consumo. Tal cantidad de dinero dejó incrédula a la pareja, que decidió tranquilizarse, tenía que ser un error y no tardarían en subsanarlo, pensaron.
Pero se toparon con un muro de burocracia e incomprensión. Por supuesto presentaron reclamaciones, por teléfono y en persona, y la empresa les respondió con dos exigencias más de pago. Entre tanto, siguen llegando más facturas, abultadas (214 euros, 257, 196...) porque la potencia que tienen contratada es alta (17 kilovatio), que van pagando religiosamente. Pero los 21.890 euros, ni de broma. Mientras siguen tratando de que Fenosa entre en razón y admita que la lectura del contador fue a todas luces errónea, en octubre reciben otra llamada telefónica. Al otro lado, una empleada de Corporación Legal, que gestiona las deudas con GNF. María tuvo que escuchar sus amenazas: «Si no pagan, esta tarde pasará un técnico para cortarles la luz». «Le expliqué que no podía pagar y me contestó que me convenía hacerlo», relata María, quien se mantuvo firme en su decisión de no desembolsar tal cantidad de dinero.
El miedo se instaló en esta familia, pero nadie apareció para interrumpir el suministro. Finalmente tampoco tendrán que abonar ya esos 21.890 euros de locura, sino 852, porque la empresa ha reconocido al fin su error. ¿Cómo han logrado convencerla? Con pruebas, como la foto del contador recién instalado, y siguiendo los consejos de un amigo que trabaja en la compañía. Sin él, probablemente, la pesadilla aún continuaría. Pero la indignación tardará en pasar.