La locura de intentar ponerle puertas al mar
ECONOMÍA
Bajo la inalcanzable premisa del Gobierno de rebajar los costes energéticos sin actuar sobre el indecente mercado de precios y las generosas retribuciones a la generación nuclear e hidráulica, se decide de forma abrupta y dudosamente constitucional, hacer desaparecer el grueso de la producción renovable, en beneficio evidente de la todopoderosa energía convencional.
Dicen que las renovables son caras y el ministro Soria prefiere olvidar las profundidades de los números reales del negociado eléctrico y hacer suyos los mensajes que otros se han encargado de sembrar en todos los medios de comunicación patrios, intoxicando a la masa social y política, que prefiere el atocinamiento de ver cómo una empresa eléctrica es ideal porque financia a la selección española de fútbol o a la liga de baloncesto, a la realidad de que están llevando a la extenuación a los consumidores.
Con las medidas del Gobierno se demuestra que no les importa que España tenga más sol y viento que nadie en Europa, pues prefieren seguir pagando cantidades millonarias a Argelia y Catar por gas y petróleo; tampoco les importan los esfuerzos económicos de todos (inversores y ciudadanos) en alcanzar el hito de producir energía renovable más barata que ninguna otra fuente de generación; le importa un bledo que 55.000 familias de españoles que han hipotecado sus bienes y sus ilusiones en inversiones con la garantía del Estado puedan perderlo todo; les trae al pairo que la distribución de la riqueza que genera la energía se pueda universalizar entre los españoles, pues, según para qué cuestiones, es más interesante que aquella riqueza se mantenga en manos de cinco. En realidad, les descoloca que los factótum nacionales puedan dejar de ser los que se sientan en los palcos de un estadio de fútbol y que pasen a ser los que se sientan en la grada.
Es una lástima su insistencia en querer ponerle puertas al mar, pues como bien ha demostrado la naturaleza estos días en Galicia, el mar es mucho más fuerte que las barreras que el hombre dispone y acabará por abrirse camino.