Portugal se plantea rescatar al Banco Espírito Santo con 4.000 millones en ayudas públicas

Colpisa

ECONOMÍA

Responsables del instituto emisor luso y de la entidad negocian este fin de semana en qué condiciones se recapitalizaría y si habría aportaciones privadas

02 ago 2014 . Actualizado a las 23:06 h.

Las autoridades portuguesas se están planteando muy seriamente proceder en los próximos días al rescate del Banco Espírito Santo que, según distintas fuentes, precisaría una inyección de capital de entre 3.000 y 4.000 millones de euros para salir a flote y no entrar en situación de quiebra técnica.

Las pérdidas semestrales de 3.577 millones de euros anunciadas esta semana por la entidad, junto a la cascada de procesos concursales de sus filiales, no han hecho más que complicar una problemática que se destapó a finales de mayo tras detectarse irregularidades en su división internacional.

La renuncia el pasado 20 de junio de Ricardo Salgado como presidente del banco no hizo más que acelerar los acontecimientos, por mucho que el Banco de Portugal garantizara el pasado 3 de julio la solvencia del Espírito Santo. El día 14 asumió la presidencia Vítor Bento, pero la caída a plomo no se ha detenido e incluso tuvo que suspenderse la junta de accionistas. De hecho, desde el 20 de mayo ha perdido el 88% de su valor bursátil, pasando su título de valer casi 1,4 euros a apenas 12 céntimos.

Lo peor del escenario que vive la entidad es que de sus pérdidas históricas entre enero y junio, sólo 255 millones son realmente atribuibles a su actividad bancaria. El resto, según reconocía en las últimas horas la nueva dirección, se corresponden con «factores de naturaleza excepcional» producidos en el segundo trimestre, aún Salgado al mando, el último representante de la familia Espírito Santo en el banco. Suya fue la decisión de aumentar en 1.500 millones de euros la exposición del banco a la deuda tóxica de grupos empresariales aparentemente insolventes.

La Comisión del Mercado de Valores Mobiliarios lusa tiene suspendido de cotización al BES desde el viernes y, en principio, así seguirá hasta que se adopte una decisión definitiva sobre su rescate. Los responsables del Banco de Portugal y de la entidad están manteniendo distintos encuentros este fin de semana, de caras a elegir una de las opciones que hay sobre la mesa. Una de las que más apoyos parecía obtener en las últimas horas era la de dividir el banco en dos, uno «bueno» con la operativa comercial habitual, los fondos y los depósitos, y otro «malo» que recabe todos los activos tóxicos. Este segundo banco, no obstante, precisaría de una aportación de capital muy importante con muy reducidas posibilidades de recuperación.

Por eso mismo, se maneja como alternativa más viable una recapitalización mixta, es decir, con fondos públicos y privados, si bien los primeros serían más cuantiosos. El reloj, mientras, marcha en contra del BES porque con esas pérdidas multimillonarias, ni siquiera cumple ahora los ratios de solvencia exigidos por las autoridades europeas, lo que le obliga a hacer una nueva ampliación de capital de hasta los 4.000 millones de euros.

Bajo la lupa de la troika

De hecho, desde Bruselas se viene siguiendo todo el proceso con mucha atención -e hilo directo con el Gobierno luso- dado que Portugal sigue sometida al rescate financiero que le prestó la troika (Comisión Europea, BCE y FMI). A este respecto, algunas fuentes apuntan que el Ejecutivo de Pedro Passos Coelho habría dispuesto ya de forma preventiva una partida de hasta 6.000 millones de los préstamos internacionales recibidos para inyectarlos en el principal banco del país si fuera preciso. La decisión, no obstante, parece cuestión de pocos días o incluso horas.

Mientras, la familia Espirito Santo -a la que el jueves se le retiró su derecho de veto en el banco que fundó, donde aún mantiene el 20,1% del capital social-, continua su derrumbe desde la divinidad financiera a la mortalidad económica. Ricardo Salgado, actual patriarca del clan -conocidos como los Rockefeller portugueses-, se encuentra desde el pasado 24 de julio en libertad bajo fianza tras tener que abonar tres millones de euros. Está acusado de sendos delitos de fraude, abuso de confianza, falsificación y blanqueo de capitales en el marco del llamado caso Monte Branco, donde se investiga la mayor red de lavado de dinero descubierta en el país.