La mitad de las horas extras que se hacen en España son sin remunerar

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Casi 112.000 ocupados gallegos se hallan en una situación de subempleo

21 dic 2014 . Actualizado a las 04:00 h.

De un tiempo a esta parte, la gran empresa española, agrupada en el Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), ha puesto el foco en el empleo sumergido. Su mensaje es claro: en España falta mucho menos trabajo de lo que se dice, pero debe aflorar y regularizarse. Sin saber muy bien cómo se hace esa medición del trabajo en negro, lo cierto es que la radiografía que traza trimestralmente la Encuesta de Población Activa (EPA), el diagnóstico más valioso sobre lo que ocurre con el mercado laboral, revela que el principal problema al que se enfrenta el sector, iniciada la recuperación, es la creciente precariedad. Según los últimos datos de la EPA, semanalmente se hacen en España 5,2 millones de horas extraordinarias, de las cuales 2,7 millones, es decir, el 51,9?%, más de la mitad, no son remuneradas. Con esto convive, en paralelo, una realidad marcada por un crecimiento constante del empleo a tiempo parcial que ha ido sustituyendo al trabajo a tiempo completo que se destruyó durante la crisis.

Y mientras César Alierta, presidente del CEC, sostiene que en España hay 1,8 millones de personas que forman parte de la bolsa del empleo sumergido -que equivale al 11 % del PIB-, la EPA nos dice que miles de españoles están subempleados.

Menos salario

Esto quiere decir que son ocupados que desean trabajar más horas, que están disponibles para hacerlo y cuyas horas efectivas de trabajo en la semana de referencia son inferiores a las que hacen sus compañeros de sector que están a tiempo completo. En septiembre había en Galicia casi 112.000 ocupados en esta situación, tal y como reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Son 30.000 más de los que se contabilizaban al comienzo de la crisis, lo que supone que el subempleo ha crecido un 36,5?% en cinco años.

En lo que se refiere a la comunidad gallega, la EPA ofrece algunos datos más que resultan esclarecedores de la tendencia de un mercado laboral que se recupera tímidamente, pero con empleo de peor calidad.

Es cierto, como dato positivo, que por primera vez desde que se inició el crac económico el volumen de ocupados a tiempo parcial ha empezado a bajar. Habrá que esperar a ver si se consolida esta tendencia y se recupera más trabajo a tiempo completo. En septiembre había en la comunidad gallega 137.600 trabajadores a media jornada. De ellos, 94.900, es decir, casi el 70 %, declaran hallarse en esa situación contra su voluntad. Dicho de otro modo: tienen un empleo a tiempo parcial porque no encuentran uno a tiempo completo. La cifra de personas subempleadas que tienen media jornada mientras no encuentran otra cosa mejor ha crecido entre enero y septiembre en Galicia en 3.800 personas. Y esta tendencia, lejos de corregirse, empeora.

Ránking europeo

Los datos de Eurostat confirman que España figura a la cabeza de Europa en precariedad laboral: el hecho de que la recuperación se haya asentado sobre los pilares de siempre, sectores vinculados a la estacionalidad y con un valor añadido bruto por ocupado más bajo, tampoco favorece que pueda invertirse la tendencia. Y la regulación laboral vigente, aprobada por Rajoy en el 2012, incentiva la proliferación de empleo precario, habida cuenta de que se permiten las horas extras en cualquier modalidad de contrato a tiempo parcial.

Menores ingresos para la Seguridad Social con mayor gasto en pensiones

Si como revela la EPA, cinco de cada diez horas no son remuneradas, habría cada vez más casos en los que un empleado a media jornada, con mucho menor coste para el empresario, estaría acercándose a la producción de un trabajador a jornada completa. Es algo, además, que están constatando también las inspecciones laborales.

El resultado de este modelo, que va para largo, es que mientras España reduce el paro registrado y gana afiliados, su Seguridad Social, en cambio, recauda cada vez menos. Menos ingresos en un contexto en el que el gasto público para atender las pensiones de los jubilados es cada vez mayor. A ello se suma un grave problema demográfico, lo que significa que la ratio entre cotizantes y jubilados, es decir, entre quienes aportan al sistema y quienes se benefician de él, se halla cada vez más desequilibrada por la falta de un relevo generacional ahora no compensada con la inmigración. El problema es especialmente grave en Galicia, una comunidad cada vez más dependiente de la caja única de la Seguridad Social.