La compostelana UN-EM propicia la transferencia de conocimiento desde departamentos de investigación hasta el ámbito privado. Una decena de centros universitarios españoles y latinoamericanos están ya entre sus clientes
27 ene 2015 . Actualizado a las 05:08 h.Una empresa creada para ayudar a otras a despegar. Esa es la idea básica de UN-EM, una consultoría asentada en Santiago y que ofrece soporte a grupos de investigación que tienen un proyecto y que quieren llevarlo a la práctica. Tener una idea es difícil. Aún más conseguir que sea buena. Pero un proyecto no sale adelante si sus creadores no cuentan con las herramientas adecuadas para encajarlo en su lugar conveniente dentro del mercado. «Pasar de un departamento de investigación a una empresa supone un shock tremendo», explica Eloy López Grandal, uno de los miembros de UN-EM. Y aquí entran ellos en juego. Su trabajo se basa en ayudar al emprendedor en las primeras etapas, valorar la viabilidad de su producto, detallar sus necesidades técnicas, describir a sus clientes, sus competidores, buscar líneas de financiación... Definen su trabajo como «la tercera misión», agentes de transferencia y difusión de conocimiento y tecnologías a la sociedad. «Existe mucho potencial dentro de las universidades y grandes capacidades para generar una economía basada en conocimiento y tecnología», explican. Como punto de partida están las universidades, donde se gestan las conocidas como spin off, iniciativas empresariales nacidas para explotar nuevos proyectos. Y precisamente en el ámbito universitario, en el de Santiago, también nació UN-EM, pues sus cuatro participantes -Marcos Paz Tarrío, Nuria Fernández Flores y Raquel Freire Roca, además de López Grandal-, unieron su trayectoria profesional en el marco del programa Uniemprende de la Oficina de Transferencia de la Universidad compostelana. No obstante, todos conocían en primera persona el mundo empresarial (la otra punta del lazo), donde todos desarrollaron su carrera profesional en ámbitos muy variados. Conscientes de que hay determinados procedimientos que hay que seguir, independientemente de la empresa que se vaya a crear, dedican ahora sus recursos a explotar nuevos proyectos. Así, complementan el trabajo que realizan las propias universidades desde sus departamentos de transferencia (conocidas como Otri), y acompañan al emprendedor «desde la gestación hasta sus primeros pasos». Su proyecto arrancó en el 2012 y, pese a empezar en una época «realmente complicada», han sabido sobrevivir a base de trabajar mucho. Cuentan entre sus clientes con una decena de centros universitarios de España y Latinoamérica, pues, aunque cada país tenga sus propias reglas del juego en lo mercantil, su forma de trabajar les permite romper las barreras geográficas. Y realizan también labores de formación; han elaborado varios manuales sobre creación de spin-off, de formación para personal de transferencia, o un manual del emprendedor. Proyectos gestados con su mediación Chemntec, la garantía del envasado de los alimentos Los orígenes de Chemntec están en la Facultad de Farmacia de la USC. El trabajo de sus miembros en el grupo de investigación de materiales en contacto con alimentos del departamento de Química Analítica les llevó a dar el salto empresarial. Su actividad se centra en valorar la seguridad alimentaria y determinar la garantía de los productos que llegan al consumidor. Promovido por Cristina Casal Romero, Patricia Blanco Carro, Gonzalo Hermelo Vidal, Raquel Sendón García, y Ana Rodríguez Bernaldo de Quirós, esta empresa que no ha cumplido aún su primer año de vida, fue reconocida con el premio Mujer Emprendedora del XIV Concurso de Proyectos Empresariales Innovadores de la Universidade de Santiago. Abam, materiales únicos gestados en Chile. Uno de los ejemplos internacionales que han visto la luz gracias al trabajo de la consultora UN-EM es ABAM. Se trata de una empresa gestada en la Universidad Austral de Chile que se dedica a diseñar vehículos para transportar moléculas con actividad biológica. La consultora compostelana realizó una investigación previa para determinar si estos productos eran de interés para la industria de su entorno. Una vez identificada una necesidad real en el mercado chileno, procedieron con la segunda fase, la de elaborar un plan de empresa. Desde su lanzamiento, ABAM ha introducido su tecnología en diferentes sectores como el sanitario, el alimentario, el farmacéutico o el veterinario.