Uno de cada cinco trabajadores en Galicia sufren pobreza laboral

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Perfil de la pobreza laboral
La Voz

Hay 153.000 personas que cobran menos de 700 euros brutos en 14 pagas

31 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La devaluación salarial propiciada por la reforma del mercado de trabajo y el auge del empleo a tiempo parcial en la salida de la crisis han agravado el fenómeno de la llamada pobreza laboral en Galicia. Una situación que sirve para encuadrar a aquellos ocupados cuyos ingresos están por debajo de un umbral mínimo que permitiría mantener una vida independiente o sostener a una familia. Los datos de la encuesta de población activa (EPA) revelan que en la comunidad gallega hay 70.000 trabajadores por cuenta ajena con una retribución anual inferior a 5.000 euros, lo que distribuido en un 12 nóminas y dos extras (el sistema habitual en España) equivale a un sueldo mensual de 351 euros brutos, por debajo del salario mínimo. A este grupo hay que sumar los asalariados del penúltimo tramo más bajo de ingresos: 83.500 trabajadores con un bruto anual de 10.000 euros, lo que arroja un salario de 700 euros. Ambos grupos, por debajo del umbral de la pobreza, suman algo más de 153.000 personas.

Un reciente informe elaborado por Comisiones Obreras a partir de estos datos concluye que uno de cada cinco trabajadores por cuenta ajena en Galicia, lo que equivale al 20 % del total, sufre pobreza laboral. «Se sumamos os tres deciles máis baixos, temos como resultado que 245.000 persoas, o 31 %, teñen unha nómina que non alcanza os 950 euros brutos: unha de cada tres persoas asalariadas en Galicia non chega a ser mileurista», sostiene Adela Poisa, secretaria de Política Social de CC.OO.

El informe permite hacer una radiografía más precisa del fenómeno de la pobreza laboral. Los datos demuestran que el factor más determinante para tener un sueldo bajo es el empleo a tiempo parcial. Una alternativa voluntaria en otros países europeos para favorecer la conciliación, pero que en España se ha convertido, en muchas ocasiones, en la única posibilidad. Cien mil gallegos trabajan a tiempo parcial por no hallar un puesto a jornada completa. En Galicia, el 92 % de las personas con el salario más bajo tienen contrato de media jornada. El género es el segundo rasgo más marcado para definir la pobreza laboral. Las mujeres tienen tres veces más posibilidades de sufrirla. Básicamente, porque ocupan los puestos más precarios en sectores con bajo valor añadido. Y en cuanto a la edad, los jóvenes se han llevado la peor parte, pero también este fenómeno afecta a todas las edades. Máxime ahora, cuando personas por encima de los 40 que perdieron su trabajo durante los años más duros vuelven ahora a puestos más precarios. Aunque los extranjeros son mayoría en el tramo de ingresos más bajos, casi siete de cada diez personas que sufren pobreza laboral son españoles. Y a esto habría que añadir otro factor: los empleos de menor antigüedad son los peor remunerados, pero los bajos salarios también afectan a los trabajadores con antigüedad. En el tramo de los sueldos más bajos, según la EPA, el 27 % de las personas lleva más de cinco años en ese empleo. Es decir, la pobreza laboral no es fenómeno coyuntural sino que empieza a enquistarse. El perfil se completa con aquellos que trabajan como empleados del hogar, en la hostelería, en el comercio, en los servicios auxiliares a empresas (limpieza y vigilancia) porque son el 62 % del colectivo con menor nivel salarial.

«Lo que se gana en muchos empleos no llega para sostener a una familia»

Peruano y con nacionalidad española, José Vázquez ilustra a la perfección el retrato de la pobreza laboral en España. Aunque ahora subsiste con los 420 euros del subsidio de Rajoy (su mujer cobra el paro) su último trabajo fue en una obra el pasado mes de febrero. Cuando estaba ocupado hacía todos los meses piruetas para sostener a sus tres hijos. «Cuando llegué a España en el 2005 empecé en la construcción; entonces los salarios eran mucho mejores: luego empeoró todo y se trabajaba por mucho menos dinero», recuerda.

«Hasta febrero estuve en una obra de la empresa Tragsa y lo que se ganaba ahí apenas llegaba; lo que se recibe en muchos empleos no alcanza para sostener a una familia, pero hay que ir tirando, poco a poco», sostiene este peruano que se licenció en su país en Ciencias de la Información. José Vázquez tiene dos hijos, de 14 y 5 años, y una hija de 9. Él y su mujer miran con angustia el futuro sabiendo que en unos meses se agotarán las prestaciones. Y advierten que la edad es cada vez más un problema para hallar un empleo. «Prefieren contratar a personas más jóvenes porque piensan muchas veces que les pueden pagar menos dinero», sostiene este inmigrante peruano.