
El BCE ampliará en diciembre las compras de bonos y se plantea aplicar otra vuelta de tuerca a la penalización que aplica a los bancos por dejar el dinero ocioso en la caja
23 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Sorpresa. No tanto por lo anunciado, como por la premura con la que lo ha hecho. Acostumbrados como están a la cautela de Super Mario y al desesperante esperar y ver de otras instituciones europeas, a los mercados los pilló ayer con el pie cambiado la noticia de que el BCE se prepara para ampliar, tanto pronto como en diciembre, su famoso programa de compra de activos -bonos, básicamente- públicos y privados para conjurar los fantasmas que acechan a la economía del euro.
El cielo vuelve a amenazar tormenta. Los vientos que llegan de los países emergentes no presagian nada bueno. Y en la eurozona, guste o no, las cosas no están como para tirar cohetes. El riesgo de deflación sigue vivo, y el del estancamiento para rato, también. Por no hablar del empacho de reformas y austeridad que se mastica en la periferia.
Y el italiano, como ya ha demostrado otras veces, no está dispuesto a que las cosas se le vayan de las manos. Guarda varios ases en la manga. Y si tiene que ponerlos sobre la mesa, lo hará. Ayer volvió a dejarlo claro, cuando avisó de que en la reunión de diciembre revisarán la estrategia del BCE y sus frutos, y si concluyen que hay que poner más carne en el asador de la recuperación, no vacilarán en hacerlo. Recurrirán a «todos los instrumentos de política monetaria» necesarios para apuntalar el crecimiento y los precios. Traducido por los analistas: que van a comprar más bonos y que lo harán hasta más allá de septiembre del año que viene, que es la fecha, que, en principio, se marcó para el fin del programa, en el que se gasta 60.000 millones de euros al mes.
También deslizó el presidente del BCE, que están pensando en apretarles más las tuercas a los bancos que dejan el dinero ocioso en la caja del Banco Central Europea. Ahora, y desde septiembre del año pasado, les cobran un 0,2 %.
Toda una sorpresa el preanuncio de Draghi. Aunque bien es cierto que en la reunión de septiembre ya había dejado caer que si las cosas seguían poniéndose feas en tierras emergentes, tomaría cartas en el asunto.
Draghi tuvo también tiempo ayer para lanzar una aviso a los Gobiernos. Con la vista puesta sobre todo en Berlín, soltó quela política monetaria no debería ser «la única alternativa» para combatir el estancamiento económico. «Las políticas fiscales deberían apoyar la recuperación, siempre dentro de los límites que marca la Unión Europea», dijo.
Y todo ello desde Malta, donde ayer se reunió el consejo del BCE, en una de esas tradicionales excursiones que los 19 presidentes de los bancos nacionales y los 6 del comité ejecutivo del Banco Central Europeo suelen hacer a lo largo del año, y donde decidieron dejar el precio oficial del dinero donde estaba: en el mínimo histórico del 0,25 %.
Festín en los mercados
Por lo demás, en cuanto Draghi abrió la boca, los mercados se prepararon para el festín. Las bolsas subieron, la rentabilidades de los bonos bajaron y el euro perdió valor. Sin duda, es una buena noticia, pero evidencia que quizá no todo esté tan bien como se vende.