Trabajos peor remunerados y menos años de cotización por atender a la familia marcan la discriminación de género, que crece con la crisis
15 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.De los cinco millones y medio de perceptores de pensiones de jubilación en España, dos millones son mujeres. Su paga media es de 712 euros al mes. La de los hombres alcanza los 1.165. Así que, en cada nómina del retiro, ellas perciben de promedio 453 euros menos que ellos, un 38,9 % de diferencia en su contra. En Galicia, la comunidad con los subsidios más bajos de España, la situación es similar. La renta mensual de los retirados alcanza los 997 euros de media; la de las mujeres se queda en 618 euros. Son 379 menos cada mes, un 38,1 % por debajo.
Las pensiones de jubilación y las de viudedad son el principal ingreso de muchas familias (del 55,9 % en las que vive algún mayor de 64 años, según el barómetro del CIS de diciembre del 2014). Y el único de los cada vez más frecuentes hogares unipersonales (el año pasado, 4 de cada diez personas que residían solas eran mayores de 64 años, y 3 de esas 4, mujeres).
Peores expectativas
La crisis ha agravado la situación, ya no por la congelación de las percepciones, sino por el empeoramiento de las expectativas. Al haberse reducido el número de personas que perciben un salario, una pensión o una prestación por desempleo, y por tanto los tributos que pagan, las arcas del Estado tienen menor capacidad para revalorizar las pensiones; desde el punto de vista de las personas que trabajan, la reducción de las rentas hace bajar sus cotizaciones, lo que supone que, a la hora de jubilarse, cobrarán menos.
Las mujeres siempre han trabajado, pero o bien no se les pagaba por ello, y así no cotizaban a la hucha de las pensiones, o bien se les reservaban los empleos peor remunerados. Consciente del problema que supone esta discriminación, la Comisión Europea publicó en el año 2013 un informe titulado La brecha de género en las pensiones, en el que identifica las causas del desequilibrio: las mujeres participan en menor medida que los hombres en el mercado laboral; dedican menos tiempo a un trabajo remunerado, bien porque utilizan más los empleos a tiempo parcial, bien porque trabajan menos años al tener que atender a sus familias, y, por último, cobran menos que los hombres incluso en puestos similares. Todo esto deriva en menores cotizaciones sociales y, por tanto, en pensiones más bajas.
Con la crisis, muchas mujeres se han retirado de la actividad o están en el paro; el empleo a tiempo parcial ha ganado posiciones para ambos sexos, pero en el caso de las féminas alcanza ya a la cuarta parte de sus empleos (por un 7,8 % entre los hombres) y el salario femenino medio ha ido perdiendo posiciones hasta situarse en una cifra un 23 % inferior al masculino, con la característica de que esta brecha es mayor entre los empleados de más edad.
Los sucesivos Gobiernos han intentado paliar estas dificultades, pero la caída de ingresos del Estado limita la capacidad de acción pública.
La conciliación de la vida familiar con la laboral avanza menos de lo que se quisiera. Las ayudas al cuidado de dependientes siguen bajo mínimos. Solamente desde el año 2013 se ha regulado la cotización efectiva para los tres años de excedencia a que los trabajadores (habría que decir trabajadoras, porque el 95 % de estos permisos temporales los piden ellas) tienen derecho para el cuidado de hijos pequeños.
Complementos por hijos
El plan integral de apoyo a la familia, aprobado el pasado mes de mayo, prevé complementar las pensiones de las nuevas perceptoras con dos o más hijos, con aumentos que van desde el 5 % para las que hayan tenido dos hasta un 15 % para las con cuatro o más. El plan deberá esperar a la próxima legislatura.
Si se convalida, será una ayuda: 31 euros más al mes para las primeras; 93 euros más en cada paga para las últimas.
Pero todos los análisis coinciden en que mientras la especialización en trabajos de menos valor o a jornada incompleta y la discriminación salarial en los demás tipos no se corrijan, las pensiones seguirán reflejando un grave desequilibrio por razón de sexo.