El número de gallegos que cobran la pensión máxima se duplicó en solo cinco años
ECONOMÍA
De los más de 12.000 pensionistas con la paga más alta, el 90 % son hombres y solo un 1 % habían cotizado como autónomos
26 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Sostener las más de 750.000 pensiones que se pagan cada mes en Galicia le costó a la Seguridad Social casi 7.830 millones de euros en el 2015. En cinco años, los más duros de la crisis, la factura anual se encareció un 18 %, a razón de cien millones extra al mes. Y el salto viene no solo por el aumento en el número de pensionistas -principalmente jubilados- en este lustro, sino, sobre todo, por el mayor importe de las prestaciones de las nuevas altas.
Carreras de cotización más largas y sueldos más elevados explican este incremento de las pensiones, del que da buena muestra la evolución del número de perceptores que cobran más de 2.000 euros al mes. De los 10.829 que había en el 2010 se pasó a 21.117 el año pasado, casi el doble. Si la comparación se establece con el año 2005, cuando solo 1.669 personas superaban este umbral de ingresos, por lo que el número se ha multiplicado por doce en solo un decenio.
Pero incluso dentro de este colectivo más pudiente hay clases, y en la cima estarían los perceptores de la pensión máxima (cuyo importe se actualiza cada año y que para este ejercicio se ha fijado en 2.567,28 euros mensuales), que han pasado de 3.375 en el 2005 a 12.119 en el 2015, casi cuatro veces más, según la serie histórica de la Seguridad Social.
Pese a ese crecimiento -más acusado en el último lustro, en el que se duplicaron- todavía son una anécdota respecto al total de pensionistas en Galicia, apenas suponen un 1,6 % del total, nueve décimas menos que en el conjunto del país. Una nueva prueba, como el importe de la prestación media, de que los salarios más bajos que se pagan en la comunidad se arrastran después de la jubilación.
El retrato robot
Pero, ¿cuál es el perfil del pensionista gallego con la paga más alta? El factor diferencial, sobre cualquier otro, es el género. El 90 %, más de 10.900 de un total de 12.100, son varones, pese a que estos suponen apenas el 46 % de los pensionistas de la comunidad (prueba no solo de la brecha salarial que aún persiste sino de las mayores dificultades que se encontraban las trabajadoras para ser dadas de alta). Y casi todos, un 92,5 %, jubilados. Sobre su vida laboral pasada, los datos de la Seguridad Social demuestran que los trabajadores que cotizan por el régimen general son los que lo tienen más fácil para cobrar pensiones altas. Y es que, de los 271.500 pensionistas gallegos que cuando estaban en activo trabajaban como autónomos (más de un tercio del total), solo 306 cobran más de dos mil euros mensuales y apenas 156 tienen reconocida la prestación máxima, apenas uno de cada cien perceptores de la paga más alta en la comunidad (1,2 %).
De hecho, el número de trabajadores por cuenta propia entre este colectivo es inferior al de los provenientes del régimen del carbón (177) o del mar (984). La diferencia es más acusada si se mide en términos relativos, pues si bien solo uno de cada dos mil autónomos retirados han accedido a la pensión máxima, entre los trabajadores del carbón son uno de cada diez y, en los del mar, casi dos de cada cien.
Más renta disponible
Las nuevas altas, con prestaciones más elevadas, y el efecto que estas tienen en el repunte de la nómina de las pensiones, no solo han acentuado el desequilibrio en las cuentas de la Seguridad Social, cuyos ingresos no se recuperan al ritmo necesario para cubrir al aumento del gasto, lo que ha obligado a tirar de la hucha de las pensiones y a reabrir el debate político sobre las fuentes de financiación del sistema. También ha consolidado una situación inédita antes de la crisis: los hogares sustentados por jubilados ya disponen de más renta que aquellos en los que hay algún trabajador en activo.
En los primeros, según la última encuesta de condiciones de vida publicada esta semana, la renta disponible para cada miembro de la unidad familiar se situó el año pasado en 13.402 euros, un 1,25 % más que en el 2014, frente a los 12.148 de los hogares mantenidos por ocupados, que ingresaron un 1,15 % menos.
Con más ingresos, y menos gastos de vivienda, el riesgo de pobreza también es inferior: solo están en esa situación el 5 % de los jubilados, frente al 14 % de los trabajadores.