La campaña electoral que pasó de largo

Pablo González
PABLO GONZÁLEZ ENVIADO ESPECIAL

ESPAÑA

25 mar 2012 . Actualizado a las 08:00 h.

Pelayo Díaz, de 19 años, se está pensando si va a votar hoy mientras hace piruetas con su bicicleta en una plaza de Gijón. Su amigo, Daniel González, es otro biker que cada día arriesga su esqueleto en las rampas de hormigón que, a su pesar, comparten con los skaters. Tiene 17 años y ve pasar de largo la convocatoria electoral. Los sociólogos asturianos constatan que los candidatos que se presentan a estos comicios no son muy conocidos, pero son absolutamente desconocidos en la franja de edad que va desde los 18 a los 25 años. Cuando se le pregunta a Pelayo qué candidatos conoce, dice muy seguro que a Cascos, pero ahí se acaba el milagro. A pesar de haber mamado socialismo en su casa y de pregonar que optaría por el PSOE si decide finalmente votar, no es capaz de decir el nombre del aspirante socialista. Tampoco saben por qué se han adelantado las elecciones. «Por algo de Zapatero», se arriesga Daniel.

Si el desenganche de la sociedad asturiana con estos comicios es general, los jóvenes que se inician en la democracia viven en una realidad paralela en la que las ideas fuerza de la campaña se diluyen mucho antes de llegar a su planeta de redes sociales y mensajes cortos. «No hablamos mucho de política. Hablamos a veces, pero no en profundidad», dicen.

A su mundo de saltos sobre dos ruedas, por tanto, no llegó la insistencia de Cascos por igualar al PP y PSOE en una coalición que machaconamente denomina PPSOE. Tampoco su llamada a apostar por una fuerza que dé personalidad política propia a Asturias frente a unos partidos que, a su juicio, están al pairo de lo que se decida en Madrid. Mientras hacían acrobacias durante el día de reflexión, probablemente tampoco sabían que el presidente del Principado decidió pasar el día subiendo una montaña en Covadonga, con toda la simbología patria que eso, calculadamente, supone.

También habrán sufrido las interferencias generacionales los intentos de Mercedes Fernández, la candidata del PP, por ofrecer una relación de privilegio con el Gobierno central, el diálogo frente a la confrontación, la necesidad de que Asturias no reedite su deseo de ser una isla en medio de un mar azul.

El socialista Javier Fernández, a quien Pelayo quiere votar a pesar de no acordarse de su nombre, le ha ofrecido seguridad y seriedad, que opone a las peleas de la derecha. Un Gobierno frente al desgobierno, decía. Y una política benigna de recortes que no ponga en riesgo el módulo de FP que quiere hacer cuando termine el bachillerato. Porque tanto Pelayo como Daniel creen que hacer una carrera «no vale para nada y es muy caro».

Izquierda Unida, mientras tanto, intentó por todos los medios dirigirse a chicos y chicas como ellos. Pero no queda muy claro si su papel de guardián de la sociedad del bienestar les ha tocado. Ambos dicen que se sienten más cómodos en la izquierda, pero Daniel espera la llegada de un político «de verdad» que ponga todo en su sitio. ¿A qué suena eso?