Morate, en prisión un mes después del doble crimen de Cuenca

La Voz MATEO BALÍN | COLPISA

ESPAÑA

Juanjo Martín | Efe

Se negó a declarar ante el juez, que lo envió a la cárcel madrileña de Estremera

07 sep 2015 . Actualizado a las 01:02 h.

Un mes después de que Marina Okarynska y Laura del Hoyo desaparecieran en Cuenca, tras haber quedado con Sergio Morate pare recoger las pertenencias de la primera con posterioridad a su ruptura sentimental, el presunto asesino de las dos mujeres ya duerme en una prisión española, la madrileña de Estremera. Morate llegó pasada la 1 de la madrugada de ayer al aeropuerto de Torrejón de Ardoz, en Madrid, en un avión del Ejército del Aire procedente de Timisoara (Rumanía), donde fue detenido el pasado 14 de agosto.

Escoltado por dos policías, el joven de 29 años, vestido con vaqueros, una camiseta de manga corta y su inseparable gorra oscura, que los agentes le retiraron para que pudiera ser fotografiado, fue subido a un vehículo policial camuflado para regresar a Cuenca, al lugar del doble crimen. Las medidas de seguridad para recorrer los 160 kilómetros de distancia fueron extremas: una comitiva de tres furgones de antidisturbios y otros dos vehículos acompañaron a Morate.

Sobre las 3.15 de la madrugada, llegaron a Cuenca y el vehículo camuflado entró directamente por la puerta de atrás de los juzgados. Allí ya estaban apostadas una docena de personas, amigos y familiares de Marina y Laura, que le profirieron gritos de «asesino». Con el paso de las horas se fue sumando más gente a las puertas de la sede judicial y se desplegó una pancarta, con una foto de las chicas, juntas y sonrientes, en la que se podía leer: «Marina, Laura, estamos con vosotras».

Acusado

Sergio Morate esperó en los calabozos de los juzgados la llamada del juez que instruye el doble crimen, el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Cuenca, Gonzalo Criado del Rey. Hacia las 11 de la mañana, el detenido subió al juzgado, esposado, con su inseparable gorra con la que oculta su calvicie. Hizo tiempo en el pasillo acompañado de dos policías, de pie, mirando a la pared, el aviso para comparecer ante el juez. Poco después, acompañado de su abogado, entró en el despacho del instructor. Comenzó el interrogatorio. Por vez primera, escuchó en boca del juez su imputación formal como presunto autor de dos delitos de asesinato.

Habían pasado 25 días desde que un hombre que paseaba con su perro por las inmediaciones del río Huécar, a dos kilómetros del municipio conquense de Palomera, donde la familia de Morate tenía una casa, hallaba junto a una poza los cadáveres de Marina y Laura, semienterradas y cubiertas de cal viva. La estrategia de defensa fue previsible. El ya imputado se acogió a su derecho a no declarar. A partir de ahora luchará por negar los indicios penales que apuntan a su autoría del doble crimen.

El juez decretó en un auto la prisión comunicada y sin fianza. A las 14 horas, Morate salió de los juzgados de Cuenca en dirección al centro penitenciario Madrid VII, de Estremera, a unos 120 kilómetros. La comitiva policial fue despedida por un centenar de vecinos, amigos y familiares de Laura y Marina, quienes reclamaron justicia y le increparon al grito de «asesino», como había ocurrido de madrugada.

Los responsables de la Policía Nacional deberán aún decidir se proceden al traslado a España del automóvil de Morate, que se encuentra precintado en la comisaría de Lugoj, la localidad rumana en la que fue detenido, a la espera de ser analizado por expertos.