La cúpula empresarial dibuja un paisaje desolador en caso de secesión

T. Novoa REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Andreu Dalmau | Efe

Empeorarían las condiciones de vida por la caída de salarios, empleo, inversión y exportaciones, dicen los presidentes de la CEOE y de las cámaras de comercio

08 sep 2015 . Actualizado a las 14:28 h.

Los empresarios catalanes, que hasta ahora habían sido muy cautelosos y habían evitado pronunciarse sobre el desafío secesionista, empiezan a manifestarse más decidida y abiertamente a medida que se acerca la campaña electoral del 27S. Ayer lo hicieron dos significados empresarios catalanes, el presidente de la CEOE, Juan Rosell, y el de la Cámara de Comercio de España y presidente de Freixenet, José Luis Bonet, quienes alertaron de que la independencia de Cataluña se traduciría en menos inversiones, menos empleo, caída de los salarios y, en consecuencia, «peores condiciones de vida».

Ambos empresarios, que firmaron una carta abierta en el diario La Vanguardia y posteriormente ampliaron sus argumentos en Madrid, dieron por hecho que tras la independencia Cataluña tendrá que «saltar del tren europeo», lo que supondría un grave contratiempo, porque «dos tercios de las ventas y de las importaciones proceden de Europa». Además, las 220.000 empresas catalanas, con más de dos millones de trabajadores, y el medio millón de autónomos «están fuertemente interconectados» con el resto de España, y la ruptura tendría un negativo impacto sobre la economía catalana.

Consecuencias

La primera consecuencia de este nuevo escenario es la salida de Cataluña del euro y, con ello, enormes dificultades de financiación, ya que no podría acceder al BCE ni al Mecanismo Europeo de Estabilidad, lo que supondría, además, una fuerte penalización de sus emisiones de deuda. La salida de la UE perjudicaría a las exportaciones catalanas a los países de la Unión, ya que serían gravadas por la tarifa exterior común. Asimismo, las inversiones se resentirían, lo que abriría un proceso de deslocalización de empresas. Como resultado de todo ello, la economía catalana perdería competitividad. Y la consecuencia final sería una caída del empleo, del poder adquisitivo de los catalanes y, como corolario, «unas peores condiciones de vida». Los más afectados por esta recaída en una crisis que, según ambos empresarios, está en vías de superación, serían las pymes, los autónomos y el pequeño comercio.