Pedro Sánchez rompe todos los puentes con Rajoy, lo que acerca las terceras elecciones

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

BENITO ORDOÑEZ

El candidato popular pierde la primera votación de la investidura al no lograr la mayoría absoluta de los votos

01 sep 2016 . Actualizado a las 09:50 h.

No hubo sorpresas. Todo transcurrió según el guion previsto. Mariano Rajoy fracasó en su intento de ser investido presidente en la primera votación al cosechar 180 votos en contra y 170 a favor. Ahora queda la segunda, que se celebrará mañana, en la que con toda probabilidad volverá a perder.

El bloqueo institucional continúa, España sigue sin Gobierno pleno ocho meses después y las terceras elecciones están más cerca.

Pedro Sánchez no solo justificó su rechazo a investir a Rajoy con un discurso demoledor que él mismo calificó como «enmienda a la totalidad» a sus políticas, sino que cortó todo tipo de puentes y cerró la posibilidad de una abstención en una futura investidura tras las elecciones gallegas y vascas. Su mensaje fue contundente: que abandone toda esperanza de que el PSOE le facilite la presidencia del Gobierno. A lo que habría que añadir, mientras él sea el líder del partido. Pero no presentó ninguna alternativa a la disyuntiva que le planteó Rajoy: o le dejan que gobierne o habrá elecciones.

Sánchez comenzó su intervención diciendo que «España necesita un Gobierno, pero no un mal Gobierno», como calificó el de Rajoy. «Lo que nadie puede pedirnos es que apoyemos lo que aspiramos a cambiar», arguyó. Lo acusó de cercenar las libertades, practicar el absolutismo, utilizar las instituciones en beneficio propio, querer gobernar sin oposición, mentir y no asumir su responsabilidad por los casos de corrupción que le afectan. «Su gestión se resume en una palabra, recortes», añadió. «Usted no tiene ninguna credibilidad», le espetó. La corrupción fue uno de sus argumentos de más peso para justificar el no. Para reforzarlo, desgranó los delitos por los que está siendo investigado el PP. «¡Pero si es todo el Código Penal, señor Rajoy!», exclamó.

Señaló que si el PSOE se abstuviera le conduciría a la «legislatura del chantaje», porque también les exigirían que aprobara los Presupuestos, «mantener la legislación desaprensiva o aceptar recortes sociales, siempre por el bien de España». Quiso desmontar la dicotomía que utiliza Rajoy de que o se le permite gobernar o se volverá a votar. «Hay vida más allá del señor Rajoy», afirmó. «Lo que usted ha pretendido con la demora de su decisión es trasladar a los ciudadanos la falsa idea de que o usted gobierna o los españoles estamos condenados a tener que votar el día de Navidad», sostuvo. Pero no desveló cuáles son las alternativas. Lo que sí hizo fue lanzar un dardo contra Albert Rivera: «Algunos incluso están dispuestos a perder toda credibilidad por la patria».

Rajoy se da por enterado

«El problema no es que los socialistas no confíen en usted, el problema es que usted no es de fiar», terminó su intervención. En su parlamento, usó frases que Rajoy empleó para ridiculizar su intento fallido de investidura en marzo.

En su réplica, Rajoy tiró de ironía al asegurar que iba a tratar a Sánchez con más deferencia de la que acostumbra porque necesitaba su colaboración. Y se dio por enterado del rechazo socialista. «No abuse, con que me diga que no ya es suficiente, ya he entendido todas las partes del no es no», dijo. «Si yo soy tan malo, ¿qué es usted, pésimo?», le respondió ante sus ataques.

El presidente en funciones utilizó un mensaje recurrente: o le dejan gobernar o los españoles tendrán que volver a las urnas. Restó importancia a su acuerdo con Albert Rivera, preso de su calificación del que este suscribió con Sánchez como «pacto de los Toros de Guisando». «Creo que el señor Rivera y yo no pasaremos a la historia por ese pacto», dijo. Para, acto seguido, cargar contra el socialista. «El único que va a pasar a la historia tras este debate va a ser usted, porque va a provocar que por tercera vez en un año tengamos que celebrar elecciones generales en España», afirmó.

«He querido y buscado entenderme con usted», señaló en referencia a sus llamamientos a Sánchez A diferencia de lo que hizo el día anterior, le pidió la abstención socialista y, como de puntillas pero con toda la intención, apuntó que la cerrazón de Sánchez puede no ser compartida por el PSOE. «Dé usted una salida. Le pido que se abstenga, no que comparta nada con el PP», afirmó. Y acabó citando al propio Sánchez cuando en su investidura dijo que cuando nadie tiene mayoría hay que buscar el entendimiento.

Rajoy remarcó la diferencia entre presentarse con 52 escaños más que el PSOE, 170 apoyos y tras la repetición de elecciones, que hacerlo con 131, con lo que quiso quitar valor a las frases que rescató Sánchez de la hemeroteca para ponerlo en evidencia. «Estamos en una situación muy distinta», argumentó. «La conveniencia de los españoles está por encima de las suyas propias», concluyó.

Si algo llamó la atención en el debate fue la dureza de Albert Rivera con su nuevo socio, con el que marcó distancias. Reiteró que se ha visto obligado a elegir entre «lo malo» (el bloqueo y las nuevas elecciones) o lo «menos malo» (que gobierne Rajoy), le dijo que hubiera preferido otro presidente y en cuatro ocasiones manifestó que no se fía de él. Además, le instó a que intente negociar, convencer al PSOE y se ofreció a mediar si es necesario. Por último, apeló a Sánchez a hacer valer la «potencia» de sus 85 escaños para hacer oposición a Rajoy junto con Ciudadanos y le instó a no ser un «tapón de la democracia»

El popular, que no quiso entrar en el cara a cara con Rivera, tuvo que admitir por primera vez en el debate que su acuerdo con Ciudadanos supone la rectificación de algunas de sus políticas, pero defendió el balance positivo de su Gobierno y le respondió que «si me quiere ayudar, estaría encantado, pero no está fácil la cosa».

Pablo Iglesias agradeció al líder socialista que se haya mantenido en el no pese a las presiones recibidas, le volvió a tender la mano para tratar de formar una alternativa y le apremió a que se decida.

Rajoy cerró el debate asegurando que seguirá intentado ser investido, «pase lo que pase, siempre en defensa del interés general».