El eterno delfín de Aguirre salió rana

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo BAreño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

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PILAR CANICOBA

La expresidenta madrileña fue la mentora política de González, que tenía más enemigos dentro que fuera del PP

20 abr 2017 . Actualizado a las 07:50 h.

«Quiero agradecerle la oportunidad que me ha dado de crecer políticamente a su lado, su confianza y el cariño...». No pudo seguir. A Ignacio González (Madrid, 1960) se le quebró la voz y lloró. Era su discurso de investidura como presidente de la Comunidad de Madrid y sus palabras estaban dedicadas a Esperanza Aguirre, quien siempre fue su jefa y su mentora. Aquel 25 de septiembre fue el momento de gloria de Nacho. Pero, a partir de ahí, todo fue un descenso a los infiernos. Desde que lo conoció en 1984, Aguirre mimó su carrera política y, tras el tamayazo del 2003, lo convirtió en su mano derecha en la Comunidad de Madrid, en dura competencia con Francisco Granados. Hoy, ambos duermen entre rejas.

Pocos dirigentes habrá habido en el PP con tantos enemigos internos como González. Empezando por Mariano Rajoy, que lo vetó primero como presidente de Caja Madrid y después, en el 2015, como candidato a presidir la Comunidad. Tras la caída en desgracia de Granados, quien llegó a espiarle en un viaje a Colombia, González quedó como único delfín de Aguirre. La lideresa empeñó siempre su palabra en defenderlo pese a las muchas sospechas de corrupción que existían sobre él y forzó que fuera su sucesor en la Comunidad de Madrid.

Fuego amigo y caída política

Asumir ese cargo implicaba abandonar la presidencia del Canal de Isabel II, la joya de la corona de la Administración autonómica. Se resistió a hacerlo, pero finalmente cedió, aunque siguió controlando indirectamente todo lo relacionado con esa empresa pública. Desde ayer sabemos a qué se debían esas reticencias.

Pero inmediatamente después de ser investido presidente se sucedieron informaciones que apuntaban a que era un corrupto. Algo que él siempre consideró «fuego amigo». Vínculos con la Gürtel, con el Pequeño Nicolás, enchufes para su esposa.... La investigación sobre su ático de Estepona por el que también está imputado, adquirido a través de un testaferro a un precio muy inferior al del mercado y con una oscura trama policial de por medio para tratar de tapar el escándalo, fue su puntilla. Sin la protección de Aguirre, Rajoy lo laminó e impuso a Cristina Cifuentes como candidata a la Comunidad. Aunque, consciente de que Nacho sabe muchas cosas, Génova nunca se cebó públicamente con él. Solo tras su detención de ayer se le dio de baja temporalmente en el partido.

Convertido en un cadáver político, González era consciente desde hace mucho de que su arresto era cuestión de tiempo. Abandonó la secretaría general del PP de Madrid sin ni siquiera comunicárselo a Génova, que se enteró un mes más tarde por la prensa, y montó un despacho de abogados desde el que probablemente lleve meses preparando su defensa. De lo que nadie duda es de que, además, lleva tiempo preparando también su venganza política. El Chino, como le conocen sus adversarios políticos, es muy mal enemigo.

El Canal de Isabel II, una empresa pública que maneja al año más de mil millones de euros

Creado en 1851, el Canal de Isabel II es hoy una empresa de gestión pública con más de 2.500 trabajadores y un presupuesto superior a los mil millones de euros que abastece de agua Madrid capital y a otros diez municipios de la comunidad mediante una red que cuenta con 14 embalses. El Canal se constituyó como empresa pública en 1977 y depende de la Comunidad de Madrid desde 1984. Ha sido siempre objeto de polémica por el enorme volumen de dinero y recursos que maneja. En el 2008, Esperanza Aguirre quiso privatizar la empresa, pero dos años más tarde se paralizó su salida a bolsa. Como vicepresidente de la Comunidad, Ignacio González era presidente del Canal. En el 2012 se convocó un referendo en el que un 99 % de los 167.000 madrileños que participaron se opusieron a su privatización. La institución pasó a ser una sociedad anónima, cuyo accionariado se reparte entre 111 ayuntamientos, con un 7,6 % de las acciones, el Ayuntamiento de Madrid con el 10 %, y el ente público con 82,4 %. Esta sociedad es matriz, a su vez, del Grupo Canal, que opera también en Latinoamérica y que provee de agua a nueve millones de personas.