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«Tenemos que hablar más de sexo con los jóvenes»

Beatriz Pérez

EXTRA VOZ

jaime abascal

La directora sueca ha revolucionado el mundo del porno con un cine que huye del sexismo y pone a las mujeres también detrás de las cámaras

18 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Erika Lust, nacida Erika Hallqvist (Estocolmo, 1977), es una de las directoras de cine adulto independiente más importantes del momento. Sus películas, en las que hay escenas de sexo explícito, han sido defendidas por personas de la talla del filósofo Paul B. Preciado (antaño Beatriz Preciado), referente del activismo postporno, que reivindica la introducción de miradas críticas en la pornografía. Lust ?«deseo» o «lujuria» en inglés?, que estudió Ciencias Políticas en Suecia y se especializó en Derechos Humanos y Feminismo, es crítica con el sexismo que impera en el cine porno tradicional. Su trabajo está basado en una readaptación del género en la que la mujer abandona el segundo plano y en la que la sexualidad es una parte más de la historia.

-¿Cómo nació su productora, Erika Lust Films?

-Fue un cúmulo de varias cosas. Por una parte, influyó el hecho de que soy sueca. En Suecia el feminismo es bastante potente, fue el primer país del mundo en introducir la educación sexual como asignatura obligatoria en los colegios. Por otra parte, yo venía muy marcada ?de un modo negativo? por las primeras veces que vi pornografía. En el 2000, me mudé a Barcelona, donde tenía bastantes amigos que trabajaban en cine, así que entré en el sector haciendo las tareas más bajas de la producción. El cine siempre había sido una de mis pasiones, aunque no lo había estudiado. En el 2004 rodé el cortometraje The good girl ?hasta ese momento yo había sido una buena chica a ojos de los demás?, que colgué en mi blog. En dos semanas tuvo dos millones de descargas. En él uní a lo audiovisual mis reflexiones sobre género y sexualidad, y traté de hacer algo en donde la mujer no fuera un mero objeto de deseo y en donde la historia girase en torno a ella y a su descubrimiento sexual. Un año después, fundé Erika Lust Films en Barcelona.

-El suyo es un «cine erótico y explícito especial para mujeres». ¿En qué consiste?

-Lo fundamental de mi cine es que en él la mujer no es un mero objeto, sino una persona, y trata su placer como el hombre. El porno tradicional es muy plástico, anatómico, muy de cuerpos, posturas, fluidos. Yo intento contar historias de personas y de su sexualidad. No me interesa cuántas veces él la va a penetrar a ella, sino explicar quiénes son ambos, qué hacen ahí, por qué están juntos.

-Aunque muchos lo llaman cine porno feminista, usted prefiere que lo denominen cine adulto independiente.

-Sí, es la etiqueta que más me gusta. Lo que yo hago es solo una propuesta alternativa y se necesitan más. Lo que no veo ni justo ni bien es que el 98% de la pornografía que hay ahí fuera esté hecha por un pequeño grupo de hombres que además siguen el mismo canon: blanco, de mediana edad, heterosexual, con preferencia por las chicas tetonas, los coches deportivos y las copas.

-Usted también cuida mucho la estética.

-Sí. El porno tradicional es bastante cutre, sin valores cinematográficos. Yo busco algo bonito, seductor, atractivo en lo referente a la imagen. Mi cine sugiere, y es verdad que también muestra, pero lo hace de un modo más natural. El porno tradicional muestra lo más explícitamente posible, lo que lleva a que los personajes acaben teniendo sexo de un modo en que en realidad no lo tenemos las personas normales. Y es por eso que a veces me cuesta utilizar la palabra «porno» para referirme a mi cine: es cierto que muestra sexo explícito (y eso, por definición, es porno), pero sin embargo no es porno del modo en que habitualmente se percibe esta palabra. En primer lugar yo hago cine y, en segundo lugar, ese cine trata de sexualidad. El sexo forma parte de la historia que cuento.

-El 90% de su equipo son mujeres.

-Sí. Quiero poner a mujeres detrás de la cámara para que la perspectiva, la visión femenina esté presente en las películas. Cuando coloco a hombres detrás de la cámara, ellos eligen el cuerpo de la mujer como la imagen más interesante (a la inmensa mayoría de ellos les parece la más bonita), pero si pongo a mujeres, tengo otro resultado del material.

-La socióloga Eva Illouz dijo hace poco en una entrevista que la sexualidad hoy en día es ineludible: el sexo ahora precede al amor. ¿Vivimos en una sociedad excesivamente sexualizada?

-Creo que no (ha habido sociedades anteriores donde el sexo tenía más importancia), más bien creo que venimos de una época en la que el sexo estaba muy controlado y conectado con valores cristiano-judíos-victorianos. Es decir, donde el sexo estaba unido a valores como la vergüenza, la culpa, la dificultad. Ahora nos estamos liberando de esa carga negativa, pero aun así veo un grado de sexismo excesivo, especialmente hacia las mujeres. Vivimos, eso sí, en una sociedad pornificada, es decir, en la que el porno es lo que explica el sexo y la sexualidad. Es aquí donde veo el problema: el porno, que tiene un fuerte impacto cultural, reproduce determinados cánones sexistas. Esto reduce la manera en que vemos la sexualidad, pues las mujeres a menudo nos encontramos en el papel de dar placer y no de experimentarlo. Los jóvenes, que a menudo no tienen adultos que les hablen de este tema, acaban creyendo que el sexo debe ser como lo que ven en la pornografía que consumen. Y ese es el problema.

-¿Es ese cine porno tradicional una de las causas de la mala educación sexual de nuestra sociedad?

-Un poquito. Pero creo que el problema principal es la poca comunicación que ha habido sobre esto. Todavía hay generaciones a las que les da vergüenza hablar de porno. Si no hablamos con las generaciones más jóvenes sobre sexo, no podemos desarrollar visiones críticas. De la misma manera que no quiero que un traficante de drogas vaya a hablar sobre drogas con mis hijas, tampoco quiero que un pequeño grupo de pornógrafos, agresivos y sexistas, expliquen la sexualidad a mis hijas. Este tema hay que llevarlo al debate general, hablarlo en los colegios, empezar a dirimir un poco más sobre el papel de la pornografía en la educación sexual. En Suecia me han llamado para participar en las clases de educación sexual de los colegios.

-¿Cómo podría ayudarnos el porno a aprender sobre la sexualidad?

-Produciendo mejor, básicamente. Porque es algo que nos gusta a la mayoría de los seres humanos: disfrutamos viendo a gente teniendo sexo. El problema aparece cuando surge un conflicto entre la reacción de tu cuerpo y lo que piensas sobre lo que ves. A mí me ocurrió esto en mis primeros años de universidad, cuando una vez un novio apareció con un vídeo porno. Esto me hizo pensar, porque yo, al ver esa cinta, notaba que mi cuerpo se encendía, pero sin embargo no me gustaba lo que veía. Todas las teorías feministas que había estudiado inundaron mi cabeza y, de repente, sentí una gran confusión dentro de mí. Poco después leí Hard Core, de Linda Williams, y entendí lo siguiente: el porno no es malo por el hecho de ser porno, sino que el porno es en realidad un medio en el que introducir los valores que una desee. El problema del porno no es el porno, sino el tipo de porno, los valores que tiende a transmitir, los creadores que suelen estar detrás de él. Descubrí que mucha gente quería otro tipo de pornografía.

-¿Así nació el proyecto «XConfessions»?

-Sí. XConfessions está basado en el feedback de la gente. Muchas personas empezaron a escribirme ?sobre todo a raíz de colgar en Internet The good girl?, así que creé una página web en donde subir de manera anónima las fantasías eróticas. Cada mes elijo dos de esas confesiones y las convierto en cortometrajes que duran entre 5 y 20 minutos. XConfessions nació hace un año y medio, y desde entonces ha avanzado mucho: ahora mismo tenemos 100.000 miembros, unas 500 confesiones en diferentes idiomas y ya hemos rodado 60 películas. Y seguimos, pues hay una nueva cada dos semanas.

-Existen muchos prejuicios en torno al cine porno: explotación de mujeres, menores de edad transmisión de enfermedades, etcétera. Desmóntelos.

-Son componentes que existen en todos los niveles del mundo en que vivimos. Te puedo asegurar que la industria de cine adulto está hoy en día muy regulada. Hay muchos tests de salud que debes hacer si eres actor, las productoras los controlan mucho. Todos mis actores, cuando vienen al rodaje, muestran sus análisis, y son ellos quienes deciden si quieren usar o no condones. En la industria no se trabaja con gente menor de 18 años; yo en principio trabajo solo con gente mayor de 22, porque creo que es muy importante, a la hora de dedicarte al porno, haber experimentado antes en tu vida personal. Hay muy pocos actores que vienen de entornos muy pobres ?es decir, que se dedican al porno para subsistir?. La gran mayoría que yo he conocido son gente muy segura de sí misma, que sabe bien qué quiere hacer, a la que le gusta mucho el sexo, que disfruta mucho delante de la cámara y que, además, se lo pasa muy bien.