
En la sala fenesa se puede ver la exposición titulada "Mujer"
13 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.De nuevo asistimos a una exposición de Román Montesinos en El Cíber de Mao de Fene, y digo de nuevo porque es esta la segunda que muestra su trabajo en esta sala después de más de dos años desde la primera vez. Y en esta ocasión el tema es bien distinto; Román nos tiene acostumbrados a sus inteligentes y divertidas Metáforas visuales, a buscar el juego, la paradoja, incluso por qué no decirlo a hacer que nos sometamos a su fina ironía, a dejar que nos rice el rizo, a dejar que nos confunda la mirada y el pensamiento. Pero en esta ocasión y como diría el autor, los tiros van por otro lado, descubrimos un nuevo punto de vista que el fotógrafo maneja con la misma seguridad y los mismos buenos resultados. Mujer es el título de la muestra, y una mujer real como inspiración, la tanguista Silvia Mabel, y sin duda el espíritu del tango está presente en todas y cada una de las fotografías, en esta ocasión doce y en blanco y negro, que se muestran. Así, nos encontramos con la sensualidad que el tango denota en prácticamente todas, pero especialmente la que lleva por lema: «A las orillas de las horas / el tiempo pasa alrededor / de glamurosos latidos desnudos», en ella nos encontramos un enorme paraguas que semioculta a la modelo desnuda sentada en el suelo, y, del que surge una mano enguantada con un reloj de bolsillo pendido de un dedo. Pura poesía, plena de sensualidad, física y sensorial, en la que un leve jugueteo del autor nos recuerda su gusto por la metáfora y el juego.
También el tango nos habla de lo emocional, de las relaciones personales, en muchas ocasiones complejas. El cuerpo del tanguista se transforma en una prolongación de su pareja y a través de sus movimientos, emociones como la tristeza, el desamor, la rabia, se manifiestan sin necesidad de palabras, así, y del mismo modo en la imagen «?Ven y encadena tu alma a la mía...». descubrimos una invitación al conocimiento de sentimientos complejos, ilimitados en cuanto a la definición de sus horizontes. La mujer desenfocada, en un segundo plano, ofrece su muñeca esposada al público; podría parecer una crítica hacia lo instituido, pero no, la sonrisa de la protagonista denota un juego en el que hombre y mujer juegan en el mismo equipo, con las mismas reglas, y al igual que sucede en el baile, esta invitación obedece a un movimiento común, a una experiencia juntos en donde los límites o lo ilimitado es definido por ambos, por un saber común difícil de desligar. Pero si de algo habla el tango, es de la tristeza, la del arrabal, la de glorias pasadas que se evaporan, la del desamor,? en fin, de las huellas que deja el paso del tiempo, y sobre todo de la nostalgia que el paso del tiempo deja en nuestras almas. En «Agrietado reflejo de vida entre escombros fríos y silencios rotos» nos encontramos con ruinas, con el paso del tiempo reflejado en un espejo que si cabe nos muestra más profundidad en ese paso, como si todo quedara de repente atrás, con la sensación de que la perspectiva que queda hacia delante fuera nimia, escasa? Y sin la posibilidad de vuelta al origen ya que el solo intento constituiría la ruptura total de este, alojado en el mismo cristal.
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