La banda madrileña cumple treinta años y lo celebra con una gira en la que revisan los temas de sus primeros discos. Son los himnos de una generación que llevó los pantalones sobre el tobillo y el jersey atado a la espalda. Mañana es su día en A Coruña, y el próximo 25 de julio, en Vigo
03 jul 2015 . Actualizado a las 13:02 h.Como todos aquellos jóvenes que con 18 años cogieron una guitarra y montaron una banda, los Hombres G no pensaban llegar a los 50 sobre un escenario. «Ni de broma, tío», dice su bajista y cantante David Summers. Y, sin embargo, ahí están, sacándole brillo a su pasado. También mostraron parte de un presente que, insisten, es para todos los públicos. «En las crónicas de los conciertos a los periodistas les llaman mucho la atención mis canas y las de la gente del público. Yo me fijaría más. Normalmente en las primeras filas está lleno de gente muy joven de 20 y 30 años», se ríe.
-¿No es una anomalía haber sido una de las más grandes estrellas del pop nacional y llevar esa pinta tan normal?
-Es que no queríamos ser como las otras estrellas del pop [risas]. No queríamos ser de ninguna tribu, ni estar en ningún cajón. Pero te meten. Si no haces nada, como nosotros, te meten en el cajón de los niños bien o de los pijos. Todo porque no íbamos disfrazados de algo. Nosotros salíamos al escenario exactamente igual que íbamos a la calle. Seguimos haciendo lo mismo. Es una comodidad tremenda para irte de gira. ¿Tú sabes los baúles que llevan los artistas con sus camisas plateadas y todas esas historias? ¡Buff!
-Comparados con Mecano, Alaska o Radio Futura, ustedes llaman la atención por anodinos.
-Es que esa era una época muy de disfraces y de tonterías. Parte de la diversión era esa. Para ellos estaba bien, pero para nosotros no. A mí la movida me cogió muy pequeñito. Gracias a Dios que no me metí ahí.
-Dani, su compañero, dice que al principio querían parecerse a los Sex Pistols. ¿Eso realmente es así?
-Sí, totalmente. Cuando yo tenía 16 años los conocí y fue una explosión. El punk me cambió la vida. Nos enseñó a mucha gente que se podía intentar, que se podía hacer música sin tener ni idea. Yo sigo escuchando mucho a los Sex Pistols y grupos de esa época. También sigo siendo amigo y fan de Siniestro Total.
-Llegaron a versionar al principio a Alice Cooper. Quien los vea desde fuera se puede impresionar.
-No sé por qué. A mí me gustan las canciones bonitas. No tengo prejuicios de quién las canta o qué aspecto tiene. Yo puedo escuchar a Alice Cooper, a Frank Sinatra, música brasileña, flamenco, rock, reggae y muchísimos tipos de música que me transmiten muchísimas cosas. No entiendo esa estupidez de autocensurarse a ti mismo. Decir: «Yo hago rock, solo escucho rock y no puedo ir más allá del rock». Esos exclusivismos me parecen ridículos.
-¿Cómo se siente al escuchar su primer disco?
-Para reeditarlo lo hemos escuchado separado en el estudio por pistas. Sorprendentemente, me suena muy fresco. No es un disco que lo escuchas y digas que es de los ochenta. No te lleva a eso. Yo creo que, ya en aquella época, queríamos escapar de las modas. No queríamos ser un grupo ochentero. No buscábamos ser Spandau Ballet. Quizá por eso el sonido del disco mantiene una personalidad, que lo mantiene vivo y fresco.
-Hay críticos que los detestaban, pero que revisan sus primeros discos y ahora los valoran. ¿Qué le parece?
-Es normal. La gente cambia. Hay cosas que no te gustaban en su momento, pero que ahora la nostalgia te lleva a ellas. En nuestro caso, después de tantos años, habrá gente que diga: «Estos tíos te pueden gustar o no, pero llevan 30 años trabajando duro, haciendo canciones, dando más de 2.500 conciertos, girando por toda América y eso no es solo cuestión de suerte». Yo respeto a la gente que no le gustan los Hombres G. A mí también hay artistas que no me gustan nada.
-Más allá de lo musical está el prejuicio, eso de «este era el grupo que le gustaba a las niñas de mi clase cuando yo era adolescente».
-[Risas] Yo no le guardo ningún rencor a todos aquellos chicos que nos odiaban y se sentían mal porque sus novias estaban con los Hombres G. Los entiendo. Es más, les agradezco que estuvieran ahí acompañándolas, aunque fuera cabreados. Eso demuestra que eran buenas personas.
-En Vigo les tiraron una botella llena de arena que causó una lesión a Rafa. Tiempo después se descubrió que había sido uno de Los Piratas.
-[Se ríe] Sí, lo sé. Fíjate, ahora son muy amiguetes y les tengo mucho aprecio. ¡Bah! Eso son tonterías de la edad. Estarían borrachos, yo qué sé.
-¿Cuántas veces se han encontrado con la errata de titular Sufre mamón a Devuélveme a mi chica?
--Nosotros mismo la llamamos Sufre mamón [risas]. En su día, me pareció un poco fuerte titularla así. En aquel momento pensé que no era muy educado. En América la palabra mamón es terrible, es un insulto horrible. La censuraban y ponían un pitido.
-¿El mamón existe?
-Sí, es una historia real.
-¿Y lo sabe?
-Claro.
-¡Pues qué faena ser ese «mamón» con medio país cantando la canción!
-¡Qué va! No nos guardamos rencor ni nada. Al revés. Él se casó con ella, luego se divorció. La historia es tremenda.
-¿Había chicos que iban de fans suyos solo para ligar?
-Sí, siempre se dice. La verdad es que en nuestro conciertos estaban las chicas más bonitas de cada ciudad. Tenemos un público impresionante, lleno de niñas guapísimas.
A Coruña. Coliseo. 4 de julio. 22.30 horas. Entradas desde 25 euros
Vigo. Explanada del Verbum. 25 de julio. 12 de la noche. Desde 17 euros