400 años después

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa EL RINCÓN DEL SIBARITA

FUGAS

27 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuatrocientos años después de la publicación de la segunda parte de Don Quijote de La Mancha (1615) y en vísperas también del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes (1616), ve la luz la monumental edición que durante los últimos tiempos ha preparado Reino de Cordelia. 1.400 páginas, dos tomos y 150 ilustraciones del heterodoxo e irreverente Miguel Ángel Martín dan cuerpo a la revisión de la novela a cargo de Pollux Hernúñez y Emilio Pascual, que tras cotejar las principales ediciones del Quijote han corregido 40 problemas textuales y han devuelto a don Miguel la be con la que acostumbraba a firmar sus obras (sí, Cerbantes).

La edición, que fija por primera vez un sistema de citas universal de la obra a través de la introducción de versículos, se ha adaptado a la ortografía actual e incluye  valiosas herramientas para el lector contemporáneo, como las notas y el diccionario de nombres propios, con las que se facilita la aproximación a la novela, pero sin alterar el maravilloso e irrepetible texto original con innecesarias traducciones de la novela al español del siglo XXI. 

La edición, un auténtico tesoro, está realmente a la altura del desafío y de los cuatro siglos de espera. Regresar al Quijote, a su prosa deliciosa y elegantemente irónica, siempre es un festín.  Y por eso los enfermos de literatura nunca nos cansaremos de volver a leer esta novela fundacional en la que ya se nos advertía a qué nos exponíamos al abrir el primero de tantos libros:

«En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo».